OPINION

La gran oportunidad de los Reyes en Cuba

Los Reyes Felipe y Letizia, acompañados por los eméritos don Juan Carlos y doña
Los Reyes Felipe y Letizia, acompañados por los eméritos don Juan Carlos y doña
Eduardo Parra - Europa Press

La invitación del régimen cubano a los Reyes al 500 aniversario de fundación de La Habana era un compromiso diplomático que podía haberse cumplido con una visita real de un solo día. Previo, claro está, al aquelarre de dictadores y autócratas totalitarios (Maduro, Ortega, Putin) que tomarán la ciudad el 16 de noviembre. Que el Gobierno en funciones de Pedro Sánchez haya forzado un viaje de Estado nada menos que de tres días de duración no sólo es innecesario e inoportuno, sino que supone un error muy dañino para España, para la Jefatura del Estado y para la Corona.

Si Cuba es el único país de toda Latinoamérica al que no ha viajado el rey Felipe VI es porque es una dictadura de partido único, y, por tanto, nunca ha acudido a un relevo presidencial. A pesar de la honda relación histórica y emocional que une a España con Cuba, ningún gobierno de España anterior al de Sánchez (ni siquiera el de Zapatero y su muy dedicado ministro Moratinos) se decidió a organizar esa visita del Jefe del Estado a una dictadura sin visos de evolución democrática. Y así, se ha seguido aplazando indefinidamente. ¿Cómo que ”normalización de relaciones, defensa de los intereses de España”? No hay razón en el mundo que la justifique ahora, más allá de la inescrutable pulsión de Sánchez de Ser-El-Primero-En.

Pero que este Gobierno diseñe una agenda de tres días para los Reyes que no incluye un encuentro con la oposición democrática cubana es directamente un agravio. Una vejación, una humillación.

La disidencia cubana ha sido premiada por tres veces con el Premio Sájarov, el más alto reconocimiento a la libertad de conciencia y a la defensa de los Derechos Humanos. Nuestro más potente instrumento de activismo político, que conceden los 500 millones de europeos a través de sus representantes en la Eurocámara, y con el que se comprometen (nos comprometemos) a acompañarlos y protegerlos de por vida. No hay país en el mundo salvo Rusia a cuyos activistas por la libertad y los derechos humanos se les haya dado tal refrendo en los 31 años de vida del premio: Oswaldo Payá fue premiado en 2002 y pudo recogerlo. Murió 10 años después en un dudoso accidente de trafico cuyas oscuras circunstancias aún siguen sin aclararse. Luego fueron galardonados Las Damas de Blanco en 2005 y Guillermo “Coco” Fariñas en 2010: ellos no pudieron viajar a Estrasburgo a recoger el premio hasta 2013 por la prohibición del régimen castrista.

Desde entonces han pasado muchas cosas. La posición común europea de 1996, que vinculaba todo avance en la relación bilateral a los progresos en democratización y derechos humanos en la isla y estuvo vigente durante dos décadas, se abandonó para dar paso al Acuerdo de Diálogo Político y Cooperación (ADPC) que la UE y Cuba firmaron en 2016. No me voy a extender sobre los decepcionantes avances en derechos y libertades, y el casi exclusivo foco en el desarrollo de las relaciones comerciales. Nuestra preocupación y disgusto quedó más que reflejado en la resolución que aprobamos en el pleno del Parlamento Europeo en noviembre del año pasado, con el voto en contra del grupo socialista. La visita de la Sra. Mogherini a La Habana hace dos meses no ha hecho sino evidenciar más claramente ese abandono. Imaginen lo fiable que es el cumplimiento de este acuerdo marco, cuando opositores, disidentes y activistas son acosados, perseguidos y encarcelados arbitrariamente una semana sí y otra también. Y cuando las decenas de miles de agentes de inteligencia cubanos que tienen intervenida Venezuela controlan las más altas instancias del poder económico y político, están a cargo de las más salvajes torturas y también de la seguridad personal del usurpador Maduro que le permite seguir atrincherado en Miraflores.

Pero, dado que ya no hay escapatoria ante los comunicados oficiales lanzados por nuestro Gobierno en funciones, quiero hacer una petición formal a los Reyes: pregunten por José Daniel Ferrer. Estoy segura de que conocen muy bien la trayectoria de este destacado opositor cubano. Su última detención, sin orden de registro ni arresto, fue hace un mes. Desde entonces permanece "desaparecido" sin que las autoridades cubanas hayan realizado acusación formal alguna. También detuvieron y encerraron a su esposa y sus tres hijos pequeños por pedir su libertad. Les ruego que exijan conocer su paradero y situación, como lo han hecho ya Naciones Unidas, la OEA, Amnistía Internacional, Civil Rights Defenders, Freedom House, Estados Unidos y otras organizaciones y países, entre los que, para nuestra vergüenza, no se encuentra ni España ni la Unión Europea, por cierto. Hablen con los cubanos en la calle y encaren a las autoridades castristas en el Consejo de Estado. Yo confío en que logren convertir esta encerrona en una oportunidad de hacer lo debido.

*Beatriz Becerra ha sido vicepresidenta de la subcomisión de Derechos Humanos en el Parlamento Europeo y eurodiputada del Grupo de la Alianza de Liberales y Demócratas por Europa (ALDE) en la legislatura 2014-2019. Es autora de 'Eres liberal y no lo sabes' (Deusto).

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