OPINION

Daniel Freire: "Soy un enamorado de Lastres"

Daniel Freire da vida al camarero Tom en 'Doctor Mateo'. En esta entrevista desvela cómo es su personaje, el rodaje en el pueblo de Lastres.

¿Qué cambios aprecias en tu personaje?

Tom está muy ilusionado y encantado con todo lo que pasa en la segunda temporada donde comenzará a desarrollar un vínculo de amistad con Mateo. Son dos personajes muy diferentes, que a veces no se entienden, pero que se aceptan.

Por otro lado, Ana pasará a ser su socia en el bar. En un momento se plantea abrirse a nuevos horizontes y buscar otro trabajo, pero Tom a asumido un poco el rol de padre con ella y para que no se vaya, decide ponerla como socia.

Además, aparecen su hijo y su novia. Habrá un reencuentro entre padre e hijo donde poco a poco Tom descubrirá que su hijo a desarrollado las mismas cosas que él, que son muy parecidos y que tienen los mismos intereses. También aparecen sus antiguos compañeros de la “vieja banda” y deciden reunirse para ver si puede salir para adelante. Descubren que tuvieron un gran éxito en Japón y deciden retomar ese proyecto. Ya veréis que ocurren una serie de cosas partiendo de aquí.

Personalmente, ¿cómo afrontas la segunda temporada?

Muy contento con la serie. Aprendiendo mucho de los personajes y de la forma de trabajar aquí. Estamos continuamente replanteándonos el tiempo, el desarrollo de los personajes...

¿Lo más divertido de Doctor Mateo qué es?

Lo que más me divierte es estar en Lastres. El trabajo es mucho más relajado, pero creo que lo divertido en sí, es el ambiente que se genera del grupo de trabajo.

¿Qué te parece que haya aumentado el turismo en Lastres?

Creo que para el pueblo es maravilloso. No sólo por la subida de la economía, sino por la gente que va a visitarlo. Le da otra vidilla.

Para nosotros está más complicada la cosa. Hay que tener en cuenta cuando rodamos en Lastres, hay mucha gente en los planos de exteriores. No nos molestan, ellos quieren estar ahí y ver, pero es verdad que se complica un poco el rodaje.

Así que por un lado a Lastres y a Asturias les ha venido muy bien, pero a nosotros nos ha complicado un poco más la historia, pero aun así está muy bien. La gente te devuelve mucho cariño.

¿Qué tal con las cuestas del pueblo?

Soy un enamorado del pueblo, pero llega un momento en el que subir y bajar es complicado. Bajar no es el problema, es luego poder subir. Llega el momento de decidir donde ir a cenar y pasar de ir al restaurante de arriba, porque luego sabemos que hay que bajar.

¿Alguna anécdota que te haya pasado con gente de la calle?

Me pasó una cosa graciosa con una señora en el pueblo. Estaba hablando por teléfono y decía “¡Qué te digo que no está! Que la taberna se ha derrumbado”. En Lastres lo que está es sólo el frente de la taberna, la entrada a una casa que no está habitada. Pero ella pensaba que como estaba derruida, en está temporada no aparecía.

¿Qué tal se te da el trabajo de camarero?

Tengo que recurrir a mi memoria sensorial, porque cuando estudiaba teatro estuve mucho tiempo trabajando de camarero. No tengo las complicaciones que tenía en la vida real, como por ejemplo que no siempre los clientes son simpáticos, que en este caso si lo son (risas), pero bueno, hasta ahora no he tenido grandes complicaciones. Lo de la sidra lo llevo un poquito mejor. En está segunda temporada, aún no he tenido que tirarla.

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