OPINION

En busca de una nueva Susan Boyle (diez años después)

Susan Boyle
Susan Boyle

La primera revolución de la televisión viral llegó con Susan Boyle. Su desconcertante aparición en el concurso 'Britain’s got talent' traspasó fronteras con una velocidad de vértigo a través de Youtube (donde suma más de 200 millones de visualizaciones). Lo hizo hasta convertirse en un fenómeno global sin precedentes.

No era para menos, pues nadie imaginaba que aquella "poco atractiva mujer rural" escondía el portento de voz que derrochó con su interpretación de 'I dreamed a dream' del musical Los Miserables. El programa jugó con destreza a desmontar nuestros prejuicios. Y los responsables de 'Got Talent' supieron construir el momento televisivo con un instinto del medio encomiable. O, lo que es lo mismo, con un buen guion para que, después, fluyera la fuerza de Boyle.

Primero, nos mostraron el lado más freak de la protagonista. Después, nos enseñaron los planos de reacción de las risas escépticas del público y del jurado al ver cómo aparecía sobre el escenario. La audiencia y los jueces prejuzgaron por las apariencias. Más aún, Boyle fue animada a que realizara un movimiento de cadera ante el "duro" productor del formato, Simon Cowell. Él, como si no supiera nada, enfatizó el lado ridículo de la cantante. Pero él lo sabía todo. Claro que lo sabía. Aunque interpretó su perplejidad muy bien.

Así 'Britain’s got talent' creó a la perfección la atmósfera para lanzarnos al abismo del giro de guion apoteósico. Ese que pilla desprevenido al espectador. Ese que asombra al público hasta crear una postal inolvidable. Sucedió cuando Susan comenzó a cantar, y cantaba como los ángeles. Sublime. Emocionante.

La televisión supo cocinar al milímetro esta potente historia sobre la ‘fea paleta’ que alcanza el triunfo soñado, frente a un auditorio incrédulo que terminó avergonzándose de sus maliciosas carcajadas.Y, durante la actuación, el programa supo rematar bien el hallazgo: cada plano favorecía el clímax del desenlace. ¿Cómo? Radiografiando la belleza que los estigmas sociales eran incapaces de atisbar con imágenes del público y primerísimos planos de los jueces boquiabiertos enfrentados a la propia Boyle, brillando en escena con 'I dreamed a dream'. Una canción con significado, pues también es gratuita elección y se identifica con la propia participante. Más épico aún.

Lo que los responsables del talent show quizá no imaginaron entonces es que ese instante también iba a revolucionar la red. Y a nivel mundial. 

Justo una década después, la relación de la televisión y las redes sociales ya es inseparable. Pero, a veces, las prisas con las que se produce y consumen los propios contenidos en la actualidad propician que no exista tiempo para desarrollar los preliminares que presentan, con la fuerza que merecen, a los protagonistas de los programas. Es más, todo se tuerce en demasiado previsible cuando la televisión también es darnos herramientas críticas que nos desmonten. Lo hizo Susan Boyle en 'Got Talent'. Su historia era poderosa, pero el programa supo plasmarla confrontándonos con nuestros prejuicios. Ahí está la clave para encontrar a la nueva Susan Boyle, esa que ansían todos los talents shows y no encuentran porque, tal vez, no observan con esa amplitud de miras que no se queda en la superficie de las apariencias. Difícil tarea, en una sociedad de posturas y postureos.

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