ANÁLISIS

'La casa fuerte', reality fallido

Así es la relación actual de Isa Pantoja con su madre tras ‘La casa fuerte’.
La protagonista de 'La casa fuerte'.
Telecinco

Proclamar como 'gran final' a la última entrega de 'La casa fuerte' suena a reclamo publicitario desesperado. Nadie se lo cree. Porque nada suena a grande en la percepción social que ha generado este reality veraniego que volvió como para completar un cupo. Telecinco necesitaba un reality para alimentar su programación y optó por una versión low cost para no asumir demasiados riesgos en tiempos raros. Pero la propuesta no ha atrapado, principalmente por cuatro claves que han frenado los atisbos de espontaneidad que sustentan cualquier fenómeno de tele-realidad.

1. Todo por la pasta.

El casting de participantes está compuesto en su mayoría por populares de cuarta división, dispuestos a (casi) todo por tener su minuto de gloria en la televisión y, después, cuando se pueda, hacer bolos por discotecas de glamour de plástico. No se ha optado por un elenco de personajes identificable por la diversidad sociedad, se ha ido por el atajo de aspirantes a celebrities sin remordimientos. Sólo destacaba Isa Pantoja como reclamo en el mundo del cuore. Y ni eso, pues ya ha pasado por tantos realities que sólo funciona si habla de su madre cuando su madre es noticia. El espectador ya ha interiorizado que Pantoja no va a jugar, acude porque su participación en estos programas se ha convertido en una especie de modo de vida fácil que ejecuta sin realmente implicarse con una mínima ilusión o generosidad con el espectador. Lo que hace complicado que se despierten lazos de complicidad entre ella y el público más allá de los fieles que no fallan a Telecinco. Ya se ha visto como actúa, con gran frialdad y, por tanto, su actitud es repetitiva si no se le introduce una noticia conflictiva del exterior, que es lo que ha tenido que hacer este show para dar un poco de interés a la nada. Por tanto, en 'La casa fuerte 2' no ha existido ningún nombre de caché que pueda despertar la curiosidad del público ajeno a Mediaset. Como consecuencia, ha sido difícil conquistar el interés de audiencias más masivas.

2. Concursantes actuando sin perder de vista la cámara.

Si ya de por sí los participantes son poco creíbles, que el equipo del programa comparta espacio físico con ellos reprime la intimidad real. A diferencia de 'Gran Hermano', donde los habitantes de la casa no tienen contacto con nadie del exterior de la convivencia y las cámaras o son robotizadas o están detrás de espejos, aquí los famosos que se creen expertos en tele saben cómo, quién y cuándo les está grabando. El equipo y participantes están pegados como quien graba un cortometraje. Resultado: no existe margen para esa espontaneidad que surge cuando la cámara te pilla desprevenido. O directamente te olvidas de su objetivo. Al revés, da la sensación de que en 'La casa fuerte' se empieza a actuar cuando el foco de la cámara dispara su luz. Sólo falta que Rafa o Samira guiñen un ojo a cámara. Esta misma técnica de rodaje se utiliza en 'Supervivientes' y funciona bien.  Sin embargo, en la isla es más creíble porque la grabación se produce en un amplio espacio natural exterior y se evidencia un desgaste físico real de los concursantes con el paso de las semanas. El espectador siente que asiste a un reality con el modus operandi de un incontrolable documental. Así cuela. Dentro de una casa, menos.

3. El silencio del plató.

El contrapunto del programa está en el plató desde donde presenta Jorge Javier Vázquez. Pero ese contrapunto está cojo. El programa no ha atinado en la selección de las personas que comentan las jugadas. De nuevo, se cuenta con José Antonio Avilés. De profesión, colaborador. O sea, nada. Lo malo es que este perfil de personaje se basa en reproducción de tópicos y clichés. En definitiva, frases vacías sin un discurso de verdad que enriquezca las tramas del espacio. Sólo increpa sin aporte real. Se repite con los protagonistas en el estudio de Mediaset la misma flojera que con los concursantes internados en la sierra. Tampoco ayuda la ausencia de público en las gradas del gran decorado, oscurecido para disimular las sillas vacías. Telecinco sigue sin contar con público en sus programas y sin sus ovaciones de reacción se proyecta la imagen de que el propio reality no interesa ni allá desde el lugar en el que se emite.

4. Sobre la marcha

Encima en 'La casa fuerte' ni siquiera hay una dinámica de juego clara. El programa es como un popurrí de cosas ya vistas pero entremezcladas sin un objetivo narrativo comprensible. ¿Qué más da quién gane? Hasta imitando las pruebas físicas de 'Gran Hermano' o 'Supervivientes'. Lo malo es que en esta propuesta se nota que cuentan con una dirección artística que otorgue personalidad. Es la debilidad que planea constantemente en el formato: no existe formato. Todo suena a preparado sobre la marcha. Un caos que, a la vez, es poco creíble. Ha cumplido su función de rellenar varias horas de programación a la semana, pero no generado historias de interés para impulsar el éxito de la cadena. Por lo tanto, no sirve. De hecho, en Telecinco han tenido que crear un sensacionalista reality paralelo especulando con la herencia de Isabel Pantoja para salvar con más fuerza un trimestre en el que 'La casa fuerte' no ha atrapado. Sólo ha ejemplificado el género de programa de ojear y olvidar, al instante.

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