ANÁLISIS

Pablo Díaz: sus tres cualidades con las que ha triunfado en 'Pasapalabra'

Pablo Díaz emocionado tras ganar el bote de Pasapalabra
Pablo Díaz emocionado tras ganar el bote de Pasapalabra
Atresmedia

Y Pablo Díaz acertó todas las palabras que escondía el rosco. Y la audiencia de Antena 3 ha celebrado la victoria del millonario bote -1.828.000 euros- como si fuera propia. El público ha empatizado con este violinista viendo, durante meses, su evolución como jugador del concurso de más éxito de la televisión. Se ha convertido en casi uno más de nuestra familia, pues reúne tres cualidades cruciales para lograr la empatía que mueve la televisión.

1. No es perfecto

Pablo Díaz no aparenta el cliché de empollón de la clase. Es un joven que podría ser de cualquier barrio. Su forma de vestir, su prudencia con cierta timidez, su manera de bailar cuando toca adivinar la canción. No va de sobrado. Al contrario, transmite la humildad de entender lo difícil que es abrazar los retos. Juega desde la sencillez, sin mirar al espectador ni a sus compañeros con ninguna superioridad a pesar de haberse hecho fuerte en el concurso. Como consecuencia, es fácil sentirle cercano, pues es cercano. Es normal. Aunque lleve meses triunfando en la tele. Relativiza ese éxito. Incluso parece que considera su paso por 'Pasapalabra' como un simple trabajo más.

2. El éxito del esfuerzo

Pablo Díaz representa la cultura del esfuerzo. No oculta que cada día ha estudiado horas y horas para alcanzar el objetivo de llevarse el bote más famoso de la televisión. Detrás de su hazaña, visibiliza el valor de que con preparación y constancia se pueden alcanzar objetivos. Y la audiencia se siente partícipe de sus logros, ya que ha vivido sus avances, a diario, durante semanas. Avances no sólo en conocimientos, también su crecimiento personal ante las cámaras. Cada vez más suelto, más espontáneo, más próximo. Es fácil sentirse reconocido en Díaz.

3. El enamoramiento de la telegenia

Es fácil sentirse reconocido en Pablo Díaz porque es transparente. Su expresividad en pantalla lo hace más cómplice con el público: la cara delata muchas veces sus emociones, inseguridades e ilusiones. Esa es la mejor telegenia: la autenticidad en pantalla. 

La telegenia se suele confundir por gurús y teóricos con guapos de manual que, quizá, sólo estén pendientes de salir 'repeinadamente' ideales por la televisión. Pero la telegenia real en la pantalla no entiende de cánones de belleza, simplemente surge de atesorar naturalidad con luz propia. Seas como seas. Pablo Díaz tiene esa naturalidad con luz propia. No es perfecto, es un currante más que se propuso llevarse el millonario bote de 'Pasapalabra' y lo ha logrado con la mejor de las épicas: la de currárselo con la autenticidad que no necesita ni ínfulas ni delirios de grandeza. Sólo le basta la expresividad de la sensibilidad cómplice con el espectador.

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