ANÁLISIS

Susi Caramelo, la difícil vida de reportera de variedades en tiempos de pandemia

Susi Caramelo y sus damas de honor.
Susi Caramelo y sus damas de honor.
Borja Terán

Un año después de alzarse como reportera revelación de las alfombras rojas de España en 'Las que faltaban', Susi Caramelo disfruta de su programa hecho a medida y de nombre homónimo, 'Caramelo'. 

La inteligencia de concepción de este formato de Movistar Plus ha estado en mantener la esencia callejera de la cómica. Nada de meter a Susi en un estudio de televisión, su gran plató es la infinita calle. Así no se desvirtúa su descaro, que surge especialmente del choque con lo inesperado en el espacio público y que tanto gusta a la audiencia.

Pero, sin embargo, el show ha llegado en tiempos de pandemia. La calle no está tan viva como antes. Sin premieres de cine, sin photocalls con celebrities enseñando sus mejores galas (prestadas de showroom), sin eventos masivos a los que dar la vuelta a través del humor, 'Caramelo' no tiene materia prima viral que exprimir y ha tenido que inventarse sus propios acontecimientos semanales para que pasen cosas en la vida de la reportera. O el programa no tendría ningún interés.

Así el guion del espacio se inventa un hilo argumental para cada semana. Mejor si la temática lleva a un objetivo narrativo final que propicie una evolución de Susi hacia algún desenlace que enganche la curiosidad del espectador. Esta semana, por ejemplo, una boda que se terminará resolviendo el próximo lunes. Episodio doble, como las grandes telenovelas. Lo de la boda es un clásico en esto de los personality shows que es lo que se ha convertido el programa de Caramelo. Hasta 'Alaska y Mario' se casaron en su reality.

De esta forma, en cada capítulo, se propone un viaje con un arco temático para que exista una historia atractiva donde son cruciales los personajes secundarios que participan. Lo que da más brillo al personaje principal, claro. Que ninguna celebrity se olvide: no hay gran protagonista sin unos grandes secundarios. Aunque lleven mascarilla. Y no se vea bien su expresividad, debilidad que el programa ha intentado remediar poniendo a su presentadora una máscara de plástico transparente. No lo hagan ustedes en casa, que diría Pablo Motos.

Al final, 'Caramelo' -y este año 2020- ha reinventado a la propia Susi Caramelo. Pero lo más importante es que Susi no ha perdido su esencia. Esa misma esencia gamberra, con un punto de inconsciencia y buena habilidad para la rapidez de reflejos con la que destacó en el complicado mundo de la saturación de impactos televisivos y virales. Y quizá, por eso mismo, el programa tenga ahora incluso un punto más especial porque a través de su comedia plasma cómo nos adaptamos a las circunstancias intentando no perder nuestra forma de entender la vida. Descarada forma, en el caso de Caramelo.  

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