ANÁLISIS

'Crónicas Marcianas': así se adelantó al vídeo de reacción de Youtube

Tamara y Boris Izaguirre en 'Crónicas Marcianas'
Tamara y Boris Izaguirre en 'Crónicas Marcianas'
Borja Terán

Grabarse la reacción cuando se ve, por primera vez, el videoclip de un artista favorito se ha convertido en un género propio de Youtube denominado 'vídeo de reacción', como no podía ser de otra manera. Esas reacciones que provocan ver lo nuevo de Lady Gaga o Rosalía pueden incluso tener hasta los mismos visionados que el videoclip original que se está observando.

Pero casi todo se ha hecho ya antes. Y la propia televisión inventó hace largo tiempo los vídeos de reacción. O que se lo pregunten a Boris Izaguirre que centró la atención cuando 'Crónicas Marcianas' estrenó el videoclip de la artista anteriormente conocida como Tamara (después Yurena).

En pleno boom de este tipo de personajes del 'todo por la fama', el late night de Javier Sardá creó un acontecimiento para el estreno del videoclip del ya clásico de la historia de la música 'Hoy voy a salir a por ti'. Se cebó tal evento como si fuera la puesta de largo de la película del año. Pero esta apuesta, que generaba cierto morbo a el público, también tenía un problema: la curva de audiencia solía caer cuando se ponía en emisión un vídeo pregrabado.

¿Cómo solucionaron tal dilema? Sencillo: la efectista cita con el estreno del videoclip ya estaba creada, sólo hacía falta inyectar la energía del directo al visionado. Así que se abrió una ventanita encima del vídeo para ver la reacción del primer visionado de Boris Izaguirre, que se fue levantando de la silla con cada giro dramático de este especie de cortometraje protagoniazado por Tamara. Es más, Boris iba enriqueciendo con sus comentarios el relato de la historia que pretendía contar la cinta. A puro grito: "es cleptómana", gritó en el instante en el que la protagonista robaba en una tienda.

Y la propia Tamara estaba al lado de Izaguirre, compartiendo plano, observándose con media sonrisa de felicidad, sintiéndose una especie de estrella internacional de la música. El vídeoclip era delirante, pero estaba bien creado: narraba una historia que pretendía transformar a un personaje de la tele en un icono glam. Lo consiguió, al menos, un rato. Más aún gracias a esa inteligencia de Sardá y el propio Boris de interactuar hasta con un vídeo pregrabado para darle esa energía de lo magnífico. Entonces, no era aún habitual enchufar la señal de plató cuando se introducía una pieza ya rodada y montada.

Como consecuencia, la curva de audiencia se mantuvo prendida porque se generó ese interés de ver el videoclip y a la vez sentir que no nos reímos solos. Porque en el propio plató evidenciaban también su perplejidad. Es más, se emitía la perplejidad, dando un plus de ritmo y un surrealista interés extra al largo videoclip. Como hacen ahora en Youtube, pero en riguroso directo para el disfrute colectivo a través de la comedia en vivo que tan bien manejan Boris, Sardá y, por supuesto, manejaba Joan Ramón Mainat. La tele que crecía aprendiendo de lo mejor de la creatividad del teatro. Incluso para crear inventiva comedia del volátil cotilleo nacional.

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