OPINION

Telecinco, la cadena maestra en convertir la dignidad en esperpento

Carmen Borrego operación
Carmen Borrego operación

No es una oportunista en busca de la fama. No es la olvidada Loli Álvarez en Crónicas Marcianas. No lo es, aunque la estampa recuerda mucho a lo que se vio una vez en el mítico late night de Javier Sardá: un rostro cubierto de vendas que se quitarán en pleno prime time. Así Telecinco crea expectación. Porque los "cebos" catódicos no tienen fobias a nada y ya van hasta con bisturí y quirófano incluido. 

Detrás de esas vendas, se esconde Carmen Borrego. La hija de la maestra de la televisión María Teresa Campos, que siguió la estela de su madre. Su currículum atesora una larga trayectoria en importantes cargos decisivos en programas, como en el formato de culto Lo Más Plus -que dirigió en 1995- o el propio Día a Día de Telecinco. Siempre detrás de la cámara.

Sin embargo, sus apariciones en el reality de Las Campos han transformado a Borrego en un personaje perfecto para los programas estrella de Telecinco. Muy directa, la hermana pequeña del clan cuenta con un desparpajo en los platós que denota del lugar del que viene: de la dirección de programas y, como causa directa, no pone freno a su carácter y lo pone al servicio de las necesidades del show.

Borrego un día se sentó en Sálvame, otro se hizo un polígrafo y, al final, ha terminado haciendo una especie de culebrón de su paso por el quirófano para una operación de cirugía estética con el que Telecinco intenta generar morbos y subir audiencias. Pero, ¿qué necesidad tenía Carmen Borrego de protagonizar este show que recuerda más a aquellos viejos arlequines de la televisión de la picaresca que a lo que se espera de una profesional de objetiva trayectoria? Nada. No aporta nada. Sólo tal vez dinero fácil, sólo quizá el disfrute de las fauces de Telecinco. 

Da la sensación que si caes -aunque sea sólo una vez- en la tentación de Telecinco ya no hay marcha atrás: la marea de Mediaset arrastra cualquier atisbo de dignidad y es imposible escapar de la ola de denigración. También la propia Carmen Borrego, que ha sucumbido al delirio del suspense freak, con vendas y un pelín de desquicio psicológico. "Me han dicho que me puedo traumatizar si me miro", ha dicho. 

Pero, lo peor, es que con esta operación y el consiguiente show, Carmen Borrego no sólo habrá perdido la papada, sino también una pizca de su dignidad profesional. Pero, ya se sabe, en los programas de Telecinco si te dejas es fácil que la dignidad se convierta en esperpento en sólo lo que pasa un prime time. Aunque no lo necesites, es fácil caer en la tentación económica. Las ansias del morbo de la indiscreción en el que se asienta la cadena arrasa con todo. El show puede con todo.

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