OPINION

¿Y qué demonios es un ordenador cuántico?

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La agencia de seguridad de EEUU está desarrollando un ordenador cuántico para descifrar hasta la contraseña más críptica. Casi con toda seguridad, están haciéndolo con la colaboración de IBM, que hace dos años anunció importantes avances en el desarrollo de estos  inventos misteriosos.

Los expertos aseguran que los ordenadores cuánticos serán tan potentes, tan rápidos y tan asombrosos que harán parecer los ordenadores de ahora como de la era de las cavernas.

¿Y qué demonios es un ordenador cuántico?

Los ordenadores actuales trabajan de la misma forma que el interruptor de la luz de nuestro cuarto de baño. Solo hay dos posiciones: encendido y apagado. Los informáticos dan valor 1 y 0 a esos dos estados. Y con combinaciones de 0 y 1 son capaces de construir todo el lenguaje sobre el que está basado nuestro universo digital. Por ejemplo, basta adjudicar a cada letra del abecedario una combinación para que usted pueda estar leyendo esto.

Y así, hasta hacer operaciones matemáticas, entender algoritmos y hacer funcionar sus móviles.

Ahora bien, dado que los chips que hacen ese trabajo de encendido apagado son cada vez más pequeños, se está llegando ya a un nivel molecular. Por eso, los móviles son más potentes que un ordenador de hace cincuenta años. Hemos logrado miniaturizarlo a niveles fantásticos.

Llegados a ese punto tan pequeño, los científicos saben desde hace 90 años que el átomo no es como pensábamos.

Pensábamos que era como un pequeño sistema solar: un gran sol en el centro, y un montón de electrones a su alrededor como planetas. Y todavía lo dibujamos así porque es lo más coherente que podemos dibujar. Pero no. No tiene nada que ver con eso.

Un grupo de científicos alemanes y daneses se dio cuenta de que los átomos se comportan de la forma más irracional posible. De ciencia ficción. Por ejemplo, una de las propiedades de los átomos es que pueden estar en dos sitios a la vez. Se llama superposición.

Los científicos se dieron cuenta, ya en tiempos de Einstein, de que los átomos se comportan como bolitas y como olitas. Es decir, como partículas con masa, y como ondas. Son las dos cosas a la vez.

Y para colmo, a ese nivel atómico, nosotros podemos modificar la realidad porque el hecho de observar un átomo modifica su estado. Es más: es una vibración que no adquiere su realidad hasta que la miramos. La realidad es una posibilidad que no existe hasta que la miramos. Eso lo entendemos fácil los periodistas porque observamos los hechos, pero siempre moficamos su realidad con nuestros artículos. Luego nos acusan de que no somos objetivos. ¡Pero si los átomos tampoco lo son!

Otra propiedad es que un átomo puede transmitir determinadas propiedades a otro sin que haya nada por medio. Ignacio Cirac (en la foto), que es un destacado científico español que está en el Instituto Max Planck de Alemania, lo describe así. "Es como telepatía", dijo en esta entrevista.

Sí, han leído bien. Telepatía porque un átomo puede adivinar lo que está haciendo el otro. Se llama entrelazamiento.

Además, los átomos son todo lo contrario de lo que hubiera pensado Newton. El universo newtoniano es tan predecible que podemos saber cuándo va a pasar un cometa por la Tierra. Pero los átomos, de repente, hacen cosas raras como escupir un electrón sin motivo. Es la radiación que descubrió Becquerel cuando recogió unos polvos de uranio en una placa fotográfica y al día siguiente vio que la había impresionado.

Pero, en fin: lo que quiero decir es que gracias a ese extraño comportamiento, la mecánica cuántica ha construido cosas que están en la vida moderna: los scanners de los hospitales, los rayos láser y los transistores del ordenador donde usted está leyendo esto. Se calcula que un tercio de nuestra economía está basado en aplicaciones de la mecánica cuántica. ¿Cómo lo ha hecho si esas cositas son incomprensibles? Porque los científicos saben cómo funcionan los átomos. No por qué funcionan así. Es como saber conducir un coche pero no entender nada de explosión de gases ni energía cinética.

Desde el punto de vista científico, toda predicción demostrable puede adquirir el rango de teoría, y la mecánica cuántica no ha fallado ninguna predicción. Funciona perfectamente a pesar de que es aleatoria e irracional.

Por eso, la mecánica cuántica cabreaba tanto a Einstein pues la calificaba de fantasmal porque "Dios no juega a los dados". Pues va a ser que sí.

Niels Bohr, el científico danés que estuvo en toda esta escuela revolucionaria, llegó a decir que "todo aquel a quien la mecánica cuántica no le parezca insólita es que no la ha entendido". Y a esa escala, hablar de construir ordenadores basados en 1 y 0 es algo que hace tronchar de risa a los átomos.

En varios laboratorios del mundo se está llevando a cabo una carrera parecida a la carrera por fabricar la bomba atómica. Pero ahora se trata del ordenador cuántico. Este ordenador cambiaría nuestra relación con lo cotidiano porque realizaría millones de operaciones matemáticas de miles de cifras, en milisegundos, y por la misma razón, podría crear unas combinaciones inexpugnables en las cuentas bancarias, y en todos esos datos que queremos que sean secretos.

Pero ese ordenador sí puede batir a nuestros cacharros de ahora con tanta facilidad que podría entrar en las cuentas corrientes de todo el mundo como quien entra en un parque de atracciones. Recuerden que el 90% de la humanidad tiene claves bastante estúpidas: el cumple, la boda, el nacimiento de tu hija... Y del 10% restante, basta un poco de paciencia y un ordenador combinando letras, números y signos, para abrir bastantes claves.

Excepto las claves hipersecretas. Eso lo puede hacer un ordenador cuántico. Lo que pretenden los tíos listos de la NSA, la agencia de espionaje de EEUU.

¿Tardarán mucho en venir estos portentos cuánticos? No se sabe. Cirac hablaba hace cinco años que para el 2015 ya tendríamos algunos. Tarde o temprano los tendremos porque detrás de eso puede crecer una enorme industria y donde hay dinero, hay señores inventando.

Si les interesa esto tanto como a mí, les recomiendo el libro El enigma cuántico, de Bruce Rosenblum y Fred Kuttner. No lo entenderán ni a la primera ni a la segunda, pero poco a poco se les irán abriendo las puertas.

Yo releo este libro cada verano. Voy por la tercera relectura y creo que no he pasado de la entrada de ese inmenso edificio arquitectónicamente misterioso.

Les dejo estas entrevista con Cirac.

En terceracultura.net

Y en Abc.

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