OPINION

El “verdadero relato” del terror debe llegar a las aulas

A Conchita, la mujer del teniente coronel Pedro Antonio Blanco, le da pudor “enseñar las heridas” pero al cabo de los años ha llegado a la conclusión de que debe hacerlo porque “es importante recordar”. Lo ocurrido este fin de semana en Andoain me ha traído a la cabeza la dignidad de Conchita, esta frase y todo el testimonio que ella -junto a otras víctimas del terrorismo- está trasmitiendo de manera directa y sincera a alumnos de varios colegios madrileños.

Un proyecto piloto del Ministerio del Interior en el que los que padecieron la violencia terrorista hablan con dolor, porque no han podido librarse de él aunque haya pasado el tiempo, pero también con la esperanza de contribuir de este modo a que la historia no quede enterrada.

Los que creemos en la democracia, los que de una manera u otra llevamos décadas manteniendo un compromiso con la libertad, todos los hombres y mujeres de bien que hemos salido en alguna ocasión a las calles para repudiar un atentado, para pedir el final del terror, no podemos por menos que compartir que las cicatrices no hay que ocultarlas, tienen que estar visibles para que no se reescriba lo que ocurrió, para que no se repita.

Y esta labor de seguir defendiendo estos valores, de poner de manifiesto el que se ha venido a llamar “el verdadero relato”, lo que realmente sucedió, hay que hacerla desde la base, desde las escuelas y universidades que es donde primeramente se nos presenta la historia de nuestro país.

El domingo, en este pueblo de Guipúzcoa, llovía y hacía mucho frío, pero el sentimiento era aún más gélido para los que observamos cómo entre los dos cientos de personas que aplaudían la llegada de los etarras Iñaki Igerategi e Ignacio Otaño había numerosos niños y adolescentes.

Juntos, como en una fiesta -con sus padres, con sus amigos, con los que les guían en la vida- recibieron con vítores y danzas, como a héroes, a los etarras que un día marcaron con la cruz de la muerte a Joseba Pagazaurtundua.

Y frente a ellos, unos pocos valientes -con la secretaria general del PP vasco, Amaya Fernández; el presidente del PP guipuzcoano, Borja Sémper; y miembros del PP y de Nuevas Generaciones de Guipúzcoa a la cabeza- portando fotos de la víctima, reivindicando su memoria y con ella la de todos los asesinados, heridos, mutilados... de sus viudas, de los huérfanos; muchos niños que han tenido que crecer sin sus padres.

Esa imagen tomada en Andoain demuestra que es muy necesario, imprescindible, que en las aulas el relato verdadero de lo que sucedió tenga un puesto destacado dentro de los programas de la ESO. Por eso está peleando la Asociación de Víctimas del Terrorismo, impulsores de la idea, protagonistas a su pesar de las historias, de los episodios que en primera persona relatan a los escolares.

Con dolor pero con la esperanza de que trasmitir lo que a ellos le ocurrió evite que se modifique lo que de verdad pasó en España.

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