¿Qué nos decía mamá cuando soltábamos tacos como los de Pablo Iglesias?

  • ¿Qué haría una madre que oye a su hijo en acto académico soltar palabras gruesas como “acojonar” u “hostia”?

    El juicio sumarísimo de las madres varía de unos hogares a otro, pero suele ir acompañado de castigo localizado en la boca… y muy picante.

Mamá Dalton, la madre de unos forajidos a los que no permitía decir una sola mala palabra.
Mamá Dalton, la madre de unos forajidos a los que no permitía decir una sola mala palabra.
L.I.

Mamá Dalton, la matriarca de los forajidos más terribles, desalmados y estúpidos del ‘universo Lucky Luke’, no soportaba una mala palabra. Podía atracar bancos, extorsionar a los comerciantes o amenazar a las autoridades. Pero no consentía el lenguaje soez.

Joe Dalton, el mayor (aunque más bajito) de la banda, probó en más de una ocasión el remedio de su madre cuando, enfurecido por el odio, dirigía insultos subidos de tono al odiado Luky Luke. La señora se enfadaba y le lavaba la boca con agua y jabón.

Mamá Dalton reflejaba el impulso educativo e inmediato de tantas mujeres en el mundo. Las madres no quieren que sus hijos, sobre todo si son pequeños, revelen en su lenguaje falta de instrucción o modales. Una buena madre, aunque atraque bancos, no tolera a un hijo deslenguado.

Castigos pedagógicos

Por eso aplican un correctivo sumarísimo, que tiene todo de castigo pedagógico. A unos, como a Joe, Jack, Willian o Averell Dalton, les restregaban jabón en la boca.

A otros, les espolvoreban la lengua con pimienta.

A mi colega Mamen, que ejerce su papel de madre en medio de los ajetreos profesionales con más dedicación incluso que la podemita Carolina Bescansa, como ya dejó acreditado en este periódico, la obligaban a mascar una cayena. A mis amistades latinoamericanas, les derramaban sobre los labios unas gotas de tabasco (de los de allí, que abrasan como el fuego).

¡Y no hablemos de qué pasaba si la palabrota sonaba en un contexto inapropiado, como una visita o un lugar público!"Pablo, ¡que tienes madre!"

¿Qué habrá pensado la madre de Pablo Iglesias, líder de Podemos, al escucharle decir, en pleno curso de verano de El Escorial, cosas como “el futuro me acojona” “podemos darnos una hostia de proporciones bíbilicas?

Habría que recordarle a Pablo aquel diálogo de la famosa zarzuela: “¡Pablo, que tienes madre!”.

A falta de pimienta, tabasco, cayena, chile o jabón, ningún morro chabacano escapaba al tortazo de una madre. Taco y el manotazo su sucedían con una rapidez semejante a la del relámpago y el trueno. Y la intensidad del tortazo, la pimienta o la cayena dependía de la gravedad del taco, insulto o grosería.

Hay que decir que los padres también intentan contribuir a este propósito, aunque no siempre aciertan. Un amigo mío que soltó un taco en mitad de la cena recibió la reprimenda airada de su progenitor en estos términos: “¡A ver si dejas de decir tacos, que no cuesta una mierda hablar de puta madre!”.

La madre no supo entonces decidir a quién debía lavar la boca o colocar una cayena extra en el plato, si al marido o al hijo.

De cualquier modo, el mensaje está claro. Los tacos no son bienvenidos en las buenas familias.

Sigue @martinalgarra//

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