El campo español en sus múltiples facetas se ha movilizado de una forma bastante espontánea, con sus organizaciones siguiendo y encauzando sus movimientos.
Alrededor de estas movilizaciones han surgido diferentes 'padres' y especulaciones sobre quiénes eran los que realmente estaban detrás de estos movimientos.
Este hecho ha llevado a algunos medios a difundir la idea de que, en algunos casos, estas manifestaciones ponían en duda la compatibilidad de la sostenibilidad con la regulación medio ambiental que tenía que soportar el campo, al incrementar los costes de producción y crear, además, una situación de competencia desigual con productos importados de fuera de la Unión Europea.
Preguntado por esta cuestión, en una entrevista en televisión, uno de los representantes de una organización agraria manifestó ser partidario de la sostenibilidad, pero que también lo era de la rentabilidad ya que, sin ella, no podía subsistir. Planteó, en definitiva, la necesidad de combinar en uno el binomio sostenibilidad y rentabilidad.
Estos no son conceptos estáticos, sino que su dinámica evoluciona con el desarrollo económico y social. Algo que tanto las empresas como los poderes públicos deben incorporar en el desarrollo de su actividad.
Resulta evidente que la doble actuación de los poderes públicos, normativa y de apoyo a la investigación e innovación, debe ir más allá de las medidas cortoplacistas y no holísticas con la que se ha abordado en este caso la regulación de los productos fitosanitarios en la Unión Europea. Pero también es necesaria la mirada a medio plazo de las propias empresas para, en un proceso de innovación, adelantarse a las demandas sociales de sostenibilidad, uniéndola así con su rentabilidad.
Coincidiendo con las movilizaciones, en la presentación del trabajo fin del máster en “Cadena de Suministro y Logística” de la escuela de negocios donde ejerzo como docente, conocí la actuación de una mediana empresa guatemalteca para unir ambos objetivos en un solo elemento a través de la Innovación.
Esta empresa produce envases de plástico de dos capas para productos de cosmética. El material principal usado en su fabricación es el polietileno, que es importado de China.
Este material, muy apropiado por su funcionalidad, flexibilidad y resistencia, presenta al mismo tiempo un importante impacto medio ambiental, por su largo periodo de degradación. A ello que cabría añadir el impacto de su importación desde China.
Aunque se trata de un negocio B2B, sigue las tendencias de los consumidores finales de sus clientes para desarrollar un mejor envase para estos, que les permita atender las demandas de aquellos por productos sostenibles, una demanda en ascenso.
Por este motivo, a lo largo de este año y gracias al trabajo desarrollado por su área de innovación, empezará a suministrar bajo demanda, envases producidos localmente, haciendo innecesaria la importación china, usando una mezcla de maíz y aguacate, productos recolectados en el mismo país.
¡Maíz y aguacate, compitiendo con polietileno en la producción de envases para productos de cosmética! Además, estos materiales no presentan problemas de degradación ya que, una vez desechado el envase, los mismos ingredientes sirven de alimento a otros seres vivos, algo que no sucede con el polietileno.
Este caso nos permite extraer algunas lecciones de carácter general.
Analizar, si eres un negocio B2B, las demandas de los clientes finales de tu cadena de distribución y valor, te permite conocer las demandas futuras de tus clientes y, por tanto, mejorar tu posición competitiva frente a otros proveedores de estos.
La innovación llevada a cabo en el material con el que se elaboran los envases permite, como este caso presenta, unir sostenibilidad con rentabilidad, ya que a la producción con materiales locales se une el ahorro del transporte. Un ahorro que en total puede estimarse, en este caso, estará por encima del 10%.
De todos podemos aprender, si tenemos la actitud mental adecuada para mirar a nuestro alrededor.
