En mi molesta opinión

Del “voxeo” de Vox a las coces de la Generalitat

Vox Santiago Abascal
Del “voxeo” de Vox a las coces de la Generalitat
 Europa Press

Parafraseando a Sandro Giacobbe en su ‘Jardín prohibido’, podríamos escribir aquello de: “Lo siento mucho, la vida es así, y no la he inventado yo”. Pero no, la vida no es así; cierto es que no la hemos inventado nosotros, que ya estaba aquí cuando llegamos -incluso cuando llegaron los ‘adanistas’ de Podemos al Gobierno ya estaba casi todo inventado, aunque ellos no lo supieran-.

Sin embargo, la vida la hacemos nosotros así con nuestras decisiones, que es muy distinto a poner cara de pasota y encogerse de hombros, mientras le echas la culpa al chachachá o al anticiclón de las Azores. La vida es según la vamos construyendo con las decisiones que tomamos cada día y, sobre todo, cada cuatro años, cuando decidimos depositar una papeleta u otra en una urna que determinará quién gobernará la patria… o la matria, y ya que parece que estamos en época de rebajas mentales aprovecho la ocasión para pedir un poquito más de finura intelectual a los políticos.

Quizá la clave principal de esta vida esté en pensar mejor y en arrimar más el hombro, trabajar más en serio por el bienestar de todos. Menos samba mediática y más trabajo; menos querer salir en los medios o en las redes sociales diciendo ‘boutades’ para que parezca que existes, que haces algo, y que aún no te has muerto, aunque tu mini-ministerio de consumo o de igualdad diga lo contrario dada su escasa y disparatada actividad.

España va mal. No lo digo sólo yo ni los medios de comunicación, lo dicen los datos oficiales. En los últimos días he leído varias noticias y diversos informes que coincidían en un mismo diagnóstico que me ha dejado helado: “España se ha convertido en el enfermo de Europa”. La sentencia es demoledora. Pero los datos del Eurostat, la oficina estadística de la Comisión Europea, lo son aún más. Recientemente, este organismo ha publicado diversos indicadores útiles para entender la marcha económica de los países de la UE, en concreto la renta per capita de 2020. Y los resultados no pueden ser peores, sólo diré que hoy ocupamos el puesto 18 de los 27 países, y que Chequia, Estonia, Lituania, Eslovenia y Malta nos han superado. El caso de Rumanía es espectacular: en 2008 nos separaban 50 puntos, ahora nos separan 14.

Que la cosa no pinta bien para España lo ve cualquiera que tenga capacidad de análisis. Hace cuatro días comprobamos que en Estados Unidos tampoco rascamos bola, que la prensa yanqui tuvo que hablar de lo guapo que es Sánchez porque no tenía nada mejor que decir del país que él representa. Mal vamos y peor iremos si las cosas no cambian mucho. En Europa nadie se fía de nosotros, y los socios nos advierten de que mirarán con lupa cómo se reparten y utilizan los millonarios fondos de recuperación. Marruecos se nos orina encima, con perdón y sin él, y América del Sur pasa olímpicamente de nosotros. Quién te ha visto y quién te ve, depauperada madre patria.

El escaso peso internacional de España es consecuencia directa de la crítica situación interna que vive el país. Empezando por la crisis del independentismo catalán que obstruye cualquier vía de acuerdo o progreso para el principado y el resto de la nación, anteponiendo sus cuitas políticas a los intereses sociales y económicos de la sociedad. Sin ir más lejos, la Generalitat ha decidido dar plantón a Pedro Sánchez y a los demás presidentes autonómicos y no asistirá el viernes a la conferencia de presidentes que se celebrará en Salamanca, donde se abordará el reparto de los fondos europeos y se abrirá el debate de la financiación. Pero Aragonés dice que quiere un trato bilateral, dando preferencia a los intereses del separatismo ante las acuciantes necesidades de los catalanes.

Están repitiendo los pasos erróneos de Quim Torra, que tampoco acudió a la conferencia del año pasado. La Generalitat quiere una relación con el Gobierno de tú a tú, olvidando que están en juego partidas económicas trascendentales para el futuro de Cataluña. ¿Quién defenderá los intereses de los catalanes? Qué más da, a ellos sólo les preocupa su juego de matrix soberanista. Si Aragonés piensa que todo saldrá de la mesa bilateral se equivoca. Las demás Comunidades Autónomas vigilarán esos acuerdos y no permitirán que se produzcan agravios comparativos. Y Sánchez, que precisa a España para garantizarse su futuro y no sólo a la Generalitat, no podrá escamotear el dinero de todos en beneficio de los independentistas. Es un error estratégico y de imagen ya que la prepotencia que muestra Aragonés con el desplante no será bien recibida ni aceptada por el resto de CCAA ni por el propio Gobierno de Sánchez. Hasta el Lehendakari Urkullu acudió el año pasado y lo más seguro es que también asista este.

Los males de España no vienen en exclusiva de la periferia. Además de los jaleos y desencuentros del Gobierno con su socio de coalición, UP, que Europa no acaba de entender ni aceptar, la oposición también anda a la gresca. Vox ha vuelto a sacar sus guantes de “voxeo” para castigar a su socio ideológico, el PP. En esta ocasión, con la excusa de que los populares se abstuvieron en la votación que declaraba a Abascal persona non grata en Ceuta. La decisión tiene su controversia, pero el objetivo de Vox va más allá. La subida del PP en las encuestas ha obligado a los verdes de Abascal a montar una nueva acometida contra Pablo Casado y los suyos. La última encuesta GAD3 augura un decrecimiento para Vox, que pasaría de 52 a 37 diputados si hoy se celebraran comicios.

Estos datos les ponen nerviosos y han decidido pasar al ataque, como hacen siempre que intuyen que pierden apoyo social. Pero se equivocan. El granero de votos de Abascal está en la izquierda, en el Gobierno socialista y comunista. Salvo que Casado cometa grandes errores, los de Vox ya tienen todos los votos que podían arrebatarles a los del PP, ahora sólo provocan desazón y desconcierto con su virulenta actitud. Parece ridículo que cuando las encuestas les dan un triunfo en unas futuras elecciones -aunque lejanas- ambos se pongan a pelearse por un quítame de ahí esas pajas.

Si el partido de Abascal quiere demostrar su valor político y capacidad de arrastre debe emplear su férreo “voxeo” en conquistar simpatizantes como partido útil e inteligente en otros caladeros, enfrentándose a sus antagonistas ideológicos y no a sus futuros socios. El canibalismo entre pares es poco útil, ni los votantes inteligentes de Vox lo entienden, ni su actitud agresiva les servirá para desbancar a un PP que está, aunque no les guste oírlo, mucho más fuerte y asentado que ellos. 

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