OPINION

La estampida empresarial catalana: si te escupen, di que llueve

Si se te van más de 700 sedes empresariales en menos de dos semanas algo suena mal en la economía. Si además son de las emblemáticas del territorio todavía peor. Por eso resulta insólito las declaraciones de los responsables económicos del Govern. Unos niegan que se hayan ido contra toda evidencia, otros minimizan los efectos de este traslado.

Muchos expertos aseguran que una vez se va una empresa la vuelta es difícil. El “efecto sede” es importante. No se trata solo de que algunos proveedores de servicios, como los jurídicos, son sustituidos por empresas locales de la nueva ubicación. Una sede estable blinda el territorio donde está de algunos peligros. Por ejemplo, siempre es más fácil reducir plantilla fuera de él. Las inversiones que se anulan o retrasan suelen ser las de zonas más alejadas. A largo plazo eso se nota. La relación psicológica con el entorno cercano refuerza el compromiso con él.

Así que a medio y largo plazo, si no se resuelve con rapidez la crisis catalana, los efectos perjudiciales pueden ser más graves que los observados en el corto plazo. De momento son de imagen y dejan a las finanzas públicas catalanas de reducción de ingresos en el hipotético caso de que hubiera una Hacienda catalana independiente. Pero si se consolida la huida los efectos pueden ser demoledores.

Esto lo sabe cualquier experto en economía empresarial. La pregunta es: ¿no tenían los independistas catalanes pactado con la gran empresa el impacto del proces? Parece que al contrario. Los grandes capitanes económicos de Cataluña les avisaron de que tomarían medidas si se declaraba unilateralmente la independencia. De hecho se dice que ante la protesta de la Generalidad después de los anuncios de traslado, los líderes empresariales respondieron: os lo dijimos y no quisisteis hacernos caso.

Todo demuestra la falta de seriedad de Puigdemont y Junqueras. Son capaces de crear graves problemas a sus conciudadanos con tal de conseguir sus metas, que además se han demostrado utópicas e irrealizables. Sorprendidos en su ingenuidad, sólo comparable con la del Ministerio de Interior respecto a los Mossos, ahora se empeñan en minimizar los graves efectos de la estampida empresarial. Es una actuación tan irresponsable que, si fueran demócratas de verdad, habrían dimitido por falta de previsión; por tomar decisiones en contra de los intereses de ese “pueblo catalán” del que tanto hablan y que en próximas elecciones debería exigirles responsabilidades.

En lugar de reconocer su incompetencia, los dirigentes del actual Govern huyen hacia adelante. Por eso, como dice un amigo mío, su consigna es: si te escupen, di que llueve.

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