OPINION

Cómo conseguimos el Mobile World Congress para la ciudad de Barcelona

Cannes, sede el 3GSM World Congress en 2005
Cannes, sede el 3GSM World Congress en 2005
Computer Hoy.com

En la primavera de 2011 la economía española, como la de los países periféricos de la eurozona, se encontraba en una situación muy difícil. El déficit del conjunto de las Administraciones Públicas, que había alcanzado el 11% en 2009 y el 9,4% en 2010, por el desplome de los ingresos y el aumento del gasto, fundamentalmente en desempleo e intereses de la Deuda, debía ser corregido para evitar una intervención exterior de la economía, dada la sequía de los mercados financieros por la crisis financiera global y la falta de reacción del Banco Central Europeo para evitar el colapso financiero. El Gobierno había anunciado apenas un año antes unas medidas de ajuste difíciles de entender para muchos ciudadanos, desde el recorte de un 5% de los salarios a los funcionarios públicos (un 15% a los ministros), la congelación por un año de las pensiones, excluyendo las mínimas y las no contributivas y la supresión del “cheque bebé”. En este contexto se plantea la continuidad de Barcelona como sede del Congreso Mundial de Telefonía Móvil, el más conocido como Mobile World Congress (MWC).

España había conseguido en 2005 que Barcelona acogiera el 3GSM World Congress, el antepasado del actual MWC. Según cuentan los asesores entonces del Ministro de Industria, esta acogida fue relativamente sencilla y de escaso coste económico, pues fueron los propios organizadores, la GSMA, asociación de operadores y fabricantes GSM, los que se habían acercado al Ministerio para sugerirles el cambio de sede. Hasta ese año, el evento 3GSM se había celebrado en Cannes, pero la localidad francesa se había quedado pequeña, tanto en infraestructuras hoteleras para negocios, como en espacio para ferias y congresos (véase la imagen).

Cannes, sede el 3GSM World Congress en 2005
Cannes, sede el 3GSM World Congress en 2005 / Computer Hoy.com

Eran otros tiempos. No había ni iPhone, ni Android, ni 4G y apenas unos miles de personas asistían al evento. Pero el aterrizaje de la feria en Barcelona supuso su despegue internacional. La tecnología evolucionaba rápidamente y el 3G dio paso al 4G primero, al 5G después, la inteligencia artificial irrumpía con fuerza y el congreso se convirtió en el Mobile World Congress, con más 100.000 visitantes y un impacto directo de unos 450 millones de euros al año. Una perita en dulce. El compromiso con Barcelona, firmado en 2005, era para el período 2006-12, y en 2011 se planteó su continuidad. Pero esta vez había muchas más ciudades candidatas. Algunas de ellas muy potentes, desde el punto de vista industrial, como Múnich, París o Milán. Y en unas economías con una situación mucho más estable que la nuestra, donde el rescate financiero pendía de nuestras cabezas. Sin embargo, Barcelona consiguió derrotarlas, revalidando su candidatura al menos hasta 2018 y, si todo va bien, hasta 2023. A mi juicio, dos fueron las claves para conseguir que el MWC se quedara en Barcelona.

La primera, un apoyo decidido de la política económica al sector de las TIC. Aquí jugábamos con ventaja. El Plan Avanza, puesto en marcha por el gobierno socialista en 2005 y continuado hasta 2011, había conseguido importantes logros. Según la propia OCDE, la penetración de la telefonía móvil en España, era superior a la media de los países desarrollados, la cobertura de la banda ancha llegaba al 99% de la población, se había aumentado la velocidad media de conexión a internet desde los 256 Kbps a los 10 Mbps, se había llevado con éxito el apagón analógico y la extensión de la TDT, se habían hecho grandes avances en Sanidad en línea (receta electrónica, historial clínico digital, citas on line), en Educación en línea y en Administración electrónica, con cerca del 70% de los trámites realizables virtualmente y con un reparto de 13 millones de DNI electrónicos. España había conseguido el reconocimiento internacional, siendo en 2010 el país invitado en la más importante feria tecnológica, el CeBIT, que se celebra anualmente en Hannover (véase imagen). Recuerdo a Merkel pedirme personalmente un informe sobre nuestro Plan Avanza, del que dijo estar “profundamente impresionada”.

Merkel y Zapatero inauguran el CeBIT 2010
Merkel y Zapatero inauguran el CeBIT 2010 / Computing.es

Afortunadamente, contábamos con la complicidad de Josep Sánchez-Llibre, el diputado de CiU, muy cercano a Durán i Lleida y portavoz de Industria en el Congreso de los Diputados. Consiguió vencer las resistencias de sus compañeros en el Ayuntamiento y la Generalitat, y pudimos firmar el acuerdo por el que cada Administración se comprometía a aportar 5 millones al año, hasta 2018. Una inversión muy rentable, pues genera unos retornos de 450 millones anuales, sin contar con intangibles como situar a España y a Barcelona en el mapa mundial de las nuevas tecnologías. Será difícil encontrar una partida de gasto público que genere unos retornos comparables. Pero no sólo se trataba de una cuestión económica, sino política. Ofrecer unidad de acción de las diferentes administraciones públicas es una condición necesaria, aunque no suficiente, de éxito. La política industrial en sectores estratégicos, como el automóvil, es una buena muestra de ello. Y nosotros incorporamos el sector de las TIC como “estratégico” en el Plan Industrial PIN 2020, apoyado por todas las fuerzas políticas.

La situación actual

Las dos palancas claves para el éxito de 2011 están ahora desdibujadas, si no desaparecidas. No hay política industrial, ni apoyo al I+D+i, ni sectores estratégicos, ni continuidad del Plan Avanza, ni otro plan que lo sustituya. El actual Ministro, muy locuaz a veces, concreta poco la Agenda Digital que da nombre a su Ministerio. Por el contrario, otros países nos toman la delantera. Recientemente Francia ha alcanzado un acuerdo con Google y Facebook para desarrollar en París sendos centros de investigación en Inteligencia Artificial (AI), un proyecto en el que se ha involucrado personalmente el presidente Macron. España está perdiendo el tren de la innovación y las nuevas tecnologías que habíamos alcanzado en 2010. En cuanto al apoyo institucional, hay poco que añadir a las lamentables imágenes de los últimos días. A la alcaldesa de Barcelona le podrán gustar más o menos los discursos del Rey, pero no debe olvidar que la Corona representa en el Mobile World Congress la unidad de acción institucional que permitió conseguir en 2011 este evento que hoy disfruta Barcelona. Y que ojalá consigan los actuales actores mantener.

Mostrar comentarios