OPINION

Subida salarial y desigualdad... La percepción social del fin de la crisis

Gráfico 1: Variación de salarios reales por deciles en España
Gráfico 1: Variación de salarios reales por deciles en España

El año 2017 ha sido el cuarto año de crecimiento consecutivo del PIB real, el tercero en que lo hace por encima del 3% y el de la recuperación del PIB de 2008, el nivel de antes de comenzar la crisis. Pese a ello, la percepción social no es tan positiva. Hay varios motivos que explican este escepticismo frente a los datos macroeconómicos. Uno es que el empleo y el paro están lejos de recuperar los niveles previos a la crisis. El número de ocupados, según la EPA, ha recuperado 2 millones desde el mínimo de 2014 y ya se sitúa en los 19, pero todavía casi a mitad de camino de los 20,7 millones de finales de 2007. Y la tasa de paro se sitúa en el 16,4%, más de 10 puntos por debajo del máximo del 2013, pero lejos del 7,9% de mediados de 2007. También podríamos decir que estamos a mitad de camino. Pero no sólo el menor empleo y el mayor paro explican la falta de entusiasmo social con la recuperación. La “baja calidad” del empleo, medida por el repunte de la temporalidad (hasta el 27%) y el volumen de empleo a tiempo parcial “insatisfecho” (personas con contrato a tiempo parcial que querrían tener un empleo a tiempo completo), más del 50% del total, también contribuyen a esta percepción social.

Y finalmente, claro está, están los salarios. La remuneración de los asalariados ha perdido peso en el PIB durante la crisis, aunque ello es debido tanto a la destrucción de empleo, muy acusada desde 2009, como a la evolución del salario por ocupado. El salario mediano de los ocupados a tiempo completo, el que deja un 50% a un lado y otro de la distribución, había crecido hasta los 27.000 euros brutos anuales en 2010. Desde ese año hasta 2014, cayó un 3,7% en términos nominales, hasta los 26.000. Con un aumento acumulado del IPC del 6,8% en ese mismo período, ello supuso una caída del salario mediano del 10% en términos reales. El problema, además es que su distribución no ha sido homogénea, sufriendo mayores caídas los salarios más bajos. En el Gráfico 1 presento la caída de los salarios reales durante los años de la crisis, dividiendo la distribución salarial en decilas.

El gráfico está tomado de un artículo de Samuel Bentolila en Nada es gratis. Los salarios más bajos, los que se concentran en la primera decila de la distribución sufrieron una caída del 20% en términos reales desde 2008 hasta 2013. Y aunque luego recuperaron algo de su caída, siguen acumulando una pérdida real del 14%. Por el contrario, los salarios en la parte alta de la distribución (decilas 7, 8 y 9) apenas sufrieron pérdida de poder adquisitivo durante la crisis, y en 2015 ya presentan un salario real un 3-4% por encima del que tenían en 2008.

Gráfico 1: Variación de salarios reales por deciles en España
     

Por todo ello, en los últimos tiempos se han venido alzando voces a favor de una decidida recuperación de los salarios. No sólo por parte de los sindicatos y partidos de izquierda. Instituciones como el BCE o el FMI y la OCDE también han alertado sobre este aumento de la desigualdad y sus riesgos económicos y sociales. Quizás por este ambiente creado, la reciente subida del salario mínimo interprofesional ha sido bastante bien acogida, en general. Y también empieza a haber una presión para que haya una sustancial subida del salario real en la próxima negociación colectiva.

La subida del salario mínimo

El Gobierno y los agentes sociales han firmado una subida del salario mínimo del 4% para 2018, hasta los 736€ al mes. Dado que el consenso espera una inflación, medida por el IPC, del 1,5%, ello supondrá una subida del salario mínimo real del 2,5%. La novedad de esta firma es que el acuerdo de subida para los años siguientes, 5% en 2019 y 10% en 2020, hasta llegar a los 850€ mensuales, va a estar condicionada a la marcha de la economía, tanto al crecimiento del PIB real (al menos un 2,5%) como al crecimiento del empleo (unos 450.000 nuevos empleos). Se trata de una apuesta optimista, al menos para los años 2019 y 2020. Desde los años 70 la economía española ha crecido un 2,4% en promedio anual real. Y, desde que estamos en el euro, lo ha hecho a un 1,9%, lo que podríamos calificar como nuestra “nueva tasa de crecimiento tendencial”. Y los 450.000 empleos suponen un crecimiento anual de la ocupación del 2,2-2,5%, dependiendo de si se considera el empleo total o el empleo a tiempo completo. Esto es todavía más optimista desde una perspectiva de largo plazo. El empleo ha crecido un 0,8% anual desde los años 70 y un 1,3% desde que estamos en el euro.

Es curioso que no se vincule el crecimiento del salario mínimo real a la productividad. El Gobierno ha perdido una gran oportunidad de introducir este concepto en la jerga económica de la población en general y de los medios de comunicación. Si no lo ha hecho es porque, lamentablemente, el Gobierno está suponiendo un crecimiento de la productividad de en torno al 0-0,3% anual. Es decir, que, implícitamente, esas condiciones de subida del salario mínimo exigen que se continúe con el mismo modelo de crecimiento improductivo que tenemos desde 1998.

La negociación colectiva

Tras el salario mínimo, en las próximas semanas, es previsible que los agentes sociales lleguen a un Acuerdo sobre la Negociación Colectiva (ANC) para 2018. Es probable que la subida se sitúe en el entorno del 2,5%, lo que incluiría una ganancia de un punto de poder adquisitivo sobre el IPC previsto (1,5%). Esta recuperación del salario real, incluso por encima de la productividad que anticipa el Gobierno, mejorará probablemente la participación de los salarios sobre la renta. Pero no supondrá una mejora de la desigualdad si los salarios se elevan en el mismo porcentaje para todos los trabajadores. Consideremos un ejemplo sencillo, el de una economía con sólo dos trabajadores que ganan 1.000 y 3.000 euros al mes respectivamente. Es decir, el salario alto es tres veces el salario bajo y la diferencia de ambos es 2.000 euros. Si a ambos se les aplica una subida del 5%, ganarán 1.050 y 3.150, respectivamente. El salario relativo permanecerá constante (el triple) pero el gap absoluto entre ambos habrá aumentado a 2.100 euros.

¿Qué ocurriría si la subida fuera “lineal”, decir, el mismo aumento en euros para ambos trabajadores? Supongamos que la patronal es indiferente sobre cómo se distribuye ese aumento del salario medio (un 5% de 2000). Y supongamos que esos 100 euros al mes por trabajador, se distribuyen de forma lineal. De esta manera, el trabajador con menor salario recibiría 1.100 euros y el otro 3.100. Habría convergencia entre ambos, en términos relativos (el mejor pagado ahora ganaría 2,8 veces el salario del peor pagado, en vez del triple), aunque la diferencia absoluta se mantendría en 2.000 euros.

Y ahora apliquemos el mismo ejemplo a datos más reales. Suponiendo que el salario medio mensual en España es de unos 1.880 euros al mes, una subida del 2,5% supondría unos 47 euros mensuales por trabajador. En la Tabla a continuación presento, a modo de ejemplo, el salario medio de cada decila. He cogido los datos de 2014 del INE a título ilustrativo y les aplico una subida de 47 euros lineal, es decir igual para todos los trabajadores en toda la distribución.

Propuesta de subida salarial lineal
     

Procediendo de esta manera, los trabajadores de la decila más baja tendrían una subida de más del 11%, los de la segunda de un 5,7% y así sucesivamente. Los trabajadores con salarios más altos tendrían una subida de apenas el 1%. Pero todos ganarían 47 euros más al mes, y la diferencia salarial absoluta actual entre ellos se mantendría. Parece que los empresarios podrían aceptar esta propuesta, pues el coste agregado sería equivalente al de una subida del 2,5% para todos. Pero, aunque se tratara de una medida excepcional, que buscara la corrección parcial de la desigualdad generada en la crisis, ¿la aceptarían los sindicatos? ¿y el conjunto de los trabajadores?

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