Las camisetas de IU, los móviles de los ministros y el frenesí apuntador de Rubalcaba, protagonistas del debate en la bancada

    • 'Overbooking' en el Congreso ante la cita parlamentaria más importante del año, que también ofrece la oportunidad de medrar en las intrigas internas.
    • Albendea dirige las ovaciones del PP al presidente del Gobierno y Guerra asiste impasible a su vigésimocuarto debate sobre el estado de la Nación
Rajoy avisa a Mas que "peleará" por los catalanes y no permitirá la consulta
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Agitación, hiperactividad y nervios a flor de piel entre los diputados esta mañana en el abarrotado Congreso de los Diputados. La larga intervención del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy -90 minutos exactos- no ha dejado a nadie indiferente y ha provocado numerosas interrupciones, bien por aplausos de su bancada o bien por los abucheos de la oposición.

El veterano diputado José Manuel Albendea llevaba la voz cantante entre los suyos, siempre con las palmas listas para aclamar a su jefe de filas. Por momentos pareció que estaba tocando un acordeón imaginario. No tardaban en seguirle el resto de diputados rasos e invitados del PP, ya fuera para celebrar los datos económicos o el inesperado ensalzamiento patriótico con que Rajoy se ha referido al desafío soberanista del Gobierno catalán.

Nadie ha querido perderse esta primera parte del debate más importante del año, que además de calibrar el pulso político de Ejecutivo y oposición sirve para medrar en las siempre latentes intrigas internas de los partidos. Por eso era impensable que no se dejaran ver figuras emergentes del PSOE como el alcalde de Toledo, Emiliano García-Page, o del PP, como la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes.

No ha faltado otro clásico de las grandes citas en la Cámara Baja: las camisetas reivindicativas en la Izquierda Plural. Perfectamente sincronizados, cada uno acudió a la cita con el color y la soflama correspondiente. Las había a favor de la educación y sanidad pública, de los derechos de la mujer, de la casi extinta minería española y hasta de la libertad de los saharauis. Así, no es de extrañar que a uno de los portadores de esas consignas y otrora gran protagonista de estos debates, Gaspar Llamazares, le haya decepcionado el presidente del Gobierno, que ha tocado todos los temas menos esos que ellos han llevado al Congreso tan gráficamente.

"Muy asentado" ha visto al jefe del Ejecutivo una de las parlamentarias populares que a la salida del hemiciclo ha intercambiado sus opiniones con periodistas y políticos. Una aprobación casi unánime en las filas del PP, donde hoy solo se ha echado en falta a los ministros de Economía, Luis de Guindos, y Defensa, Pedro Morenés. Sí estaban, aunque sobre todos atentos al móvil y al iPad, Arias Cañete y Gallardón. Cada por motivos distintos –un futuro en Europa uno, futuro incierto en cualquier caso otro- parecían estar de vuelta de estos eventos.

Más movimiento del habitual había en la bancada socialista, donde Rubalcaba no paraba de tomar notas, asistido de los siempre leales Antonio Hernando y María González Veracruz. La número dos del PSOE, Elena Valenciano, que asistía a su último debate como diputada –tras las elecciones europeas hará la maleta rumbo a Estrasburgo- no se esforzaba por disimular su casi continua indignación, compartida en muchos momentos con sus compañeros. Con solemne distancia seguía el discurso Alfonso Guerra, único parlamentario presente en todos los debates de la nación desde 1979. Su imperturbable gesto solo lo cambió para departir con José Blanco y sacar lustre a las gafas.

Entre los nacionalistas se mascó la tensión con el tramo final de la intervención de Rajoy. No daban crédito a las consignas de "Santiago y cierra España, tal y como reconocieron luego desde el PNV. La cara consternada de Duran hacía evidente el naufragio de su tercera vía y cualquier tipo de entendimiento entre Moncloa y Generalitat. A la hora y pico de discurso a muchos ya no les quedaban ganas ni de abuchear y empezaron a recoger los trastos en cuanto los servicios de prensa repartían el discurso íntegro por escrito. Ya habían tenido suficiente marianina –un discurso "para los tuiteros" en palabras de la siempre locuaz Rosa Díez. Una hora de descanso para comer y vuelta al redil para no perder detalle de lo más esperado: el cara a cara Rajoy-Rubalcaba, un enfrentamiento que tendrá aires de contienda electoral, ya que apenas restantes meses para las elecciones europeas que el PSOE ve como la oportunidad de cambiar el ciclo electoral y donde el PP espera neutralizar el desgaste de la acción de Gobierno.

Sigue @davidmartinezg//

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