Donde dije Trillo, digo dimisión forzada: Rajoy vuelve a ganar (sin mancharse las manos)

Declaración íntegra de Trillo sobre su relevo como embajador en Londres
Declaración íntegra de Trillo sobre su relevo como embajador en Londres
EUROPA PRESS
José Luis Roig / @joseluisroig
José Luis Roig / @joseluisroig

Toda noticia es intencionada. Y que Federico Trillo dimita como embajador en Londres, no es sólo un hecho diplomático más que se engloba dentro de los asuntos del ministerio de Exteriores. La dimisión forzada de Trillo es, sobre todo, una noticia interesada de alcance político. Trillo iba a dimitir en breve como embajador, pero su abandono urgente y repentino ha sido “exigido” por el Gobierno para pacificar a las víctimas del Yak-42 y apuntarse un buen gesto ante la opinión pública.

Hemos pasado del discurso racional, el que nos proporcionaba el mundo intelectual del libro, al discurso emocional que nos facilitan los medios audiovisuales. A la opinión pública actual no le hable de razones de Estado o de tecnicismos, háblele de los sentimientos de las víctimas. La era de la posverdad lo impregna todo, incluidas las decisiones de un Rajoy cada vez más hábil en los movimientos de escena. Y lo de Trillo ha sido una decisión cantada desde el momento en que el presidente del Gobierno apoyó la postura de Cospedal, que dio la razón a los familiares de las víctimas y respaldó el informe del Consejo de Estado.

El defecto dominante en Trillo con el Yak-42 ha sido la arrogancia. Nunca supo afrontar ese problema con humanidad y con humildad; y ahora, trece años después, ha sido víctima de la misma desgracia que ensombreció su gestión durante su etapa en el ministerio de Defensa. Que Trillo está absuelto por la Justicia, es un hecho, y que la responsabilidad es de todo el Gobierno que presidía Aznar es algo que nadie discute. Pero esta patada en las posaderas de Trillo ya nadie se la quita, y de paso también sirve para avisar a un Aznar que en los últimos tiempos habla demasiado, al menos para los gustos gallegos de Moncloa.  Esta patada en las posaderas de Trillo ya nadie se la quita, y de paso también sirve para avisar a un Aznar que en los últimos tiempos habla demasiado, al menos para los gustos gallegos de Moncloa.

 En política todo tiene un doble sentido y una doble intención. El informe del Yak-42, que encargó hace meses el ministerio de Defensa –no se sabe muy bien con qué objetivo- ha sido el ariete para derribar a Trillo. El informe lo elaboraron miembros del Consejo de Estado, donde precisamente Trillo tiene intención de regresar para ocupar su plaza de letrado. Algunos dicen que sus futuros colegas le han dado la bienvenida en forma de informe crítico para bajarle los humos a un Trillo crecido que regresaba de ser embajador en el Reino Unido con el objetivo de mandar en el Consejo de Estado.

Otros, menos sagaces quizá, comentan que el informe no es para tanto pero que la prensa le ha sacado punta intencionadamente provocando la reacción airada de los familiares de las víctimas, que precisamente sólo quieren que alguien reconozca su dolor y su desgracia. No olvidemos tampoco que las víctimas del Yak-42 eran militares y la discreción de éstos y de sus familiares siempre ha sido una característica del Ejercito, de la que algunos a veces se han aprovechado.

Tal vez todo este gran lío que ahora se ha montado de repente, y que ya nadie esperaba, se deba, más allá de los intereses personales de algunos políticos y juristas, a que cuando sucedió el accidente del Yak-42 , mayo del 2003, el poderío y la actitud del Gobierno Aznar dejó muy descontentos y muy “heridos” a los familiares de las víctimas, baste recordar como se realizaron las labores de rescate. En aquellos tiempos, en los que la razón de Estado y la arrogancia del Gobierno lo arrollaban todo, no había espacio para las emociones. Ahora, trece años después, la justicia poética, no la otra que ya dictó sentencia, está intentando compensar los sufrimientos pasados. Los muertos ya no resucitarán pero quizá la vivos puedan empezar a dormir en paz.

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