Ahmed quiere volver a Mosul con la cabeza bien alta

Para Ahmed, un policía iraquí, la ofensiva de reconquista de Mosul lanzada el lunes es una ocasión para regresar a su ciudad como vencedor, dos años después de haberse tenido que ir con la cabeza gacha, derrotado por el grupo Estado Islámico (EI).

Cuando los yihadistas tomaron esta ciudad del norte de Irak el 10 de junio de 2014, un miembro del EI hirió a Ahmed, cuyo apellido no divulgamos por razones de seguridad.

Durante seis meses vivió en un campamento de desplazados. Luego entró en la policía provincial y ahora está en el norte de Irak, preparado para el combate.

Las fuerzas iraquíes lanzaron el lunes una ofensiva para recuperar el último gran bastión del EI.

A muchos policías y soldados iraquíes, esta batalla les trae recuerdos de la debacle de junio de 2014, pero sobre todo es una oportunidad de revancha y de redención.

Recuperar Mosul significa "regresar a casa, a mi familia y a mi pueblo" y lo mismo les pasa a mis colegas "todos tenemos parientes" allí, declara Ahmed por teléfono. "Quiero salvarlos", añade.

"Tenemos la sensación de que el Estado nos toma por traidores" desde la derrota de 2014, en la que las fuerzas de seguridad huyeron ante los ataques de los yihadistas, abandonando incluso sus armas y material, explica Ahmed. "Queremos demostrarle que no, que somos justo lo contrario".

El día de la caída de Mosul, Ahmed afirma haber luchado varias horas contra los yihadistas, hasta que su unidad se fue quedando sin munición y se vio obligada a retroceder. Después resultó herido en una pierna cuando un suicida se hizo estallar al volante de un camión bomba matando a un oficial.

El policía asegura que los refuerzos prometidos por Bagdad nunca llegaron y que finalmente recibieron la orden de retirarse.

"Nuestra moral estaba por los suelos, dábamos por sentado que nos iban a matar", cuenta.

Según una investigación parlamentaria iraquí, en el desastre de Mosul influyó sobre todo la actuación de los mandos iraquíes y de las autoridades. El primer ministro de entonces Nuri al Maliki había debilitado al ejército nombrando a "oficiales incompetentes".

Varios indicios pronosticaban un ataque inminente de los yihadistas, sobre todo las declaraciones de un jefe del EI que había puesto fecha a la operación y esbozado a grandes rasgos lo que sucedería después de la captura.

No se hizo nada. Un general incluso se fue de Mosul con decenas de vehículos blindados la noche anterior a la caída de la ciudad, lo que "afectó duramente a la moral de las tropas", según la investigación parlamentaria.

Días después el EI proclamaba su "califato" desde Mosul.

Tras meses sin cobrar salario y viviendo con el recuerdo de la humillación, Ahmed volvió a trabajar en la policía de la provincia de Nínive, cuya capital es Mosul.

Siguió una instrucción, impartida sobre todo por las fuerzas de la coalición internacional antiyihadista liderada por Washington.

Su papel y el de su unidad consiste en controlar los territorios a medida que sean liberados por las fuerzas federales iraquíes en su avance hacia Mosul.

Ahmed tiene toda su esperanza depositada en un asalto final. "Si Dios lo quiere, haremos prevalecer nuestros derechos frente a la injusticia, recuperaremos nuestra tierra y la protegeremos".

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