La alianza entre Boko Haram y el EI, una operación de propaganda según los expertos

La adhesión el año pasado del grupo islamista nigeriano Boko Haram a los yihadistas del Estado Islámico (EI) hizo temer que la insurrección sangrienta en el norte de Nigeria adquiriera una dimensión internacional, pero nada de eso ha sucedido.

Han circulado muchas hipótesis sobre el posible acercamiento entre los dos grupos, sobre todo en Libia y en la región del Sahel - y sobre la posible llegada de combatientes extranjeros a los países ribereños del lago Chad, agravando la insurrección en Nigeria, que ha causado al menos 17.000 muertos desde 2009.

Un año después, los pronósticos no se han cumplido. Al contrario. Boko Haram parece debilitado por la contraofensiva del ejército nigeriano, que ha sumado victorias y anunciado la liberación de cientos de rehenes. De hecho las autoridades piden a los dos millones de desplazados que vuelvan a casa.

Muchos expertos consideran desde hace tiempo esta alianza como una operación propagandística ventajosa para ambas organizaciones. Desde que juró lealtad al jefe del EI, Abu Bakr al Bagdadi, en marzo de 2015, el líder de Boko Haram, Abubakar Shekau, sólo se ha expresado públicamente en dos ocasiones.

"No ha cambiado nada para Boko Haram desde la declaración de Shekau", estima el analista Abdullahi Bawa Wase. La alianza "fracasó al no atraer combatientes, ni armas ni dinero del EI, contrariamente a lo que muchos temían".

"Boko Haram es más débil que antes de la declaración, lo que explica la drástica disminución de los ataques mortíferos. Incluso se redujeron los atentados suicidas", afirmó.

Según una fuente de seguridad nigeriana, el EI no es más "que una etiqueta de marketing que Boko Haram quiere utilizar para dar una imagen de grupo terrorista temible".

Tras la declaración de Shekau, Boko Haram cambió de nombre para llamarse Estado Islámico en la Provincia de África del Oeste y parece haberse fracturado, puesto que algunos disidentes se unieron a otros grupos yihadistas del Sahel.

De todos modos, los gobiernos de países occidentales siguen considerando a Boko Haram como una amenaza.

En apoyo a las operaciones contra Boko Haram, Washington envió hace unos meses a Camerún un destacamento de 300 efectivos - para espionaje, vigilancia y reconocimiento aéreo- y el Pentágono prevé el envío de consejeros militares a Nigeria.

En el comienzo del año, los servicios secretos nigerianos anunciaron la detención de un "reclutador" del EI, de siete presuntos miembros del grupo Ansaru - facción disidente de Boko Haram ideológicamente próxima a Al Qaida - y de varios hombres que tenían la intención de unirse al EI en Libia.

El presidente nigeriano Muhammadu Buhari afirmó en diciembre que Boko Haram había sido derrotado "técnicamente" y sostiene que Libia es "una bomba de relojería" para Europa y para África, debido al tráfico de armas.

Un tráfico que beneficia a Boko Haram. Según Yan St-Pierre, analista del Modern Security Consulting Group, no cabe "duda alguna" de que el grupo tendió la mano a otras organizaciones yihadistas para cooperar "en negocios y logística".

"AQMI (Al Qaida en el Magreb Islámico) y algunos grupos de la nebulosa de Boko Haram aumentan su colaboración pese a la adhesión oficial de Boko Haram al EI", afirmó.

Un análisis del que discrepa Ryan Cummings, experto para temas de seguridad en África : "Si existieran vínculos operacionales entre Boko Haram y AQMI, habría pruebas más claras de ello", dice.

En cuanto al EI, "parece que el grupo pide a sus miembros del Sahel y del Magreb que vayan a combatir a Libia y no a la cuenca del lago Chad", concluye.

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