La primera piloto militar afgana se niega a regresar a su país porque teme por su vida

EUROPA PRESS
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La piloto ha dicho al diario 'The New York Times' que no quiere volver porque la inseguridad en su país va en aumento. "La situación no solo no está mejorando sino que está empeorando", ha asegurado. Según la prensa estadounidense, Rahmani pidió asilo en Estados Unidos este verano y este sábado completó su periodo de formación, por lo que debería haber regresado a su país.

Ahora mantiene que no se siente segura trabajando en Afganistán y que sus compañeros le tratan mal y le insultan. Rahmani debería haber vuelto a Afganistán tras completar la semana pasada un periodo de formación de quince meses pero ha transmitido a sus entrenadores que sigue queriendo ser piloto pero no en su país sino en la Fuerza Aérea de Estados Unidos.

La decisión de Rahmani llega en un momento en el que varios miembros de la Fuerza Aérea afgana se han quejado de los salarios y sus condiciones laborales y han pedido al presidente del país, Ashraf Ghani, que haga algo al respecto.

En 2015, cuando Rahmani estaba en Afganistán, aseguró que los pilotos y el personal de la Fuerza Aérea afgana estaban cansados de las malas condiciones en el cuerpo. Los pilotos sostienen que tienen un salario de 20.000 afganis al mes (288 euros) y que tienen que pagar por su alojamiento. Además, se han quejado por la baja calidad de la comida que reciben.

El Ministerio de Defensa afgano ha confirmado este domingo que la capitana Rahmani, de 25 años de edad, ha pedido asilo en Estados Unidos y ha expresado su deseo que su solicitud sea rechazada por las autoridades estadounidenses.

Rahmani fue reconocida por el Departamento de Estado con el premio Mujeres con Coraje y se ha convertido en un símbolo de la incorporación de la mujer a las Fuerzas Armadas afganas. Mohammad Radmanish, portavoz del Ministerio de Defensa, ha afirmado que espera que su petición de asilo sea denegada y ha recordado que Estados Unidos ha gastado miles de millones de dólares para impulsar las Fuerzas Armadas afganas.

"Cuando una oficial se queja de insueguridad y está preocupada por las amenazas de seguridad, ¿qué deberían hacer entonces las personas normales?", ha planteado Radmanish. "Se ha creado una excusa para ella pero tenemos cientos de mujeres educadas y activistas de Derechos Humanos que trabajan y para ellas es seguro", ha añadido.

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