Ante la subida de los precios de los coches nuevos, los retrasos en las entregas por la falta de stock causada por la crisis de los microchips y otras varias razones, que pueden ser personales; muchos conductores apuestan por comprar un vehículo de segunda mano cuando buscan un nuevo coche. Los dos puntos fuertes de los coches usados son la inmediatez de la entrega y su precio más bajo, además de que a partir de ahora la nueva ley de garantías protege más al comprador.
En el momento de adquirir el coche de ocasión hay que abonar no solo su coste, sino también los correspondientes impuestos como pasa en cualquier tipo de transacción. En este caso, solo será necesario abonar el Impuesto de Transmisiones Patrimoniales y no el IVA, como sucede con las viviendas, y si se adquiere una moto de segunda mano, también será obligatorio abonar esta tasa. Este impuesto recae sobre el comprador y oscila entre el 4% y el 8% del valor total del coche, variando entre comunidades. Además, en ciertas autonomías como en Navarra o Cataluña se paga el ITP si el vehículo tiene más de 10 años de antigüedad y un valor por debajo de 40.000 euros.
Una excepción
Sin embargo, existe una excepción: si el coche de segunda mano se compra a una empresa será obligatorio abonar también el IVA, aplicándose de dos formas. La primera será aplicando el 21% sobre el valor del coche y reflejándolo en la correspondiente factura.
La segunda, en el caso de que el vendedor se hubiera deducido alguna cantidad del IVA en el momento de su compra, el 21% se aplicará sobre la parte proporcional correspondiente a la cantidad que no se dedujo inicialmente. Esta excepción se aplicará cuando la empresa vendedora no esté relacionada con el mundo de la compraventa de automóviles.
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