Paloma Gómez Borrero: "Juan Pablo II fue un verdadero huracán"

    • La periodista descubre a un Papa íntimo y con un desbordante sentido del humor en "Juan Pablo II. Recuerdos de la vida de un santo".
    • "Para mí y para todo el mundo el atentado fue un complot claro de la URSS", asegura, "Pero el Papa no quiso que se investigase más para no complicar las cosas".
Paloma Gómez Borrero presenta su último libro sobre el Papa Juan Pablo II
Paloma Gómez Borrero presenta su último libro sobre el Papa Juan Pablo II

Recuerda, con cariño, que en sus primeros años de trabajo en el Vaticano, el Papa la llamaba "Televisión Española". Después, vino una relación de especial afecto. Por eso, Paloma Gómez Borrero, no duda en manifestar abiertamente su debilidad: "Sí, soy juanpablista", asegura.

En "Juan Pablo II. Recuerdos de la vida de un santo"(Plaza & Janés), recoge todos aquellos momentos que durante 27 años se quedaron fuera de sus crónicas de minuto y medio y nos descubre un Papa inédito. El que jugaba a la petanca, el que gustaba de ver las películas acompañado de su director, el que derrochaba sentido del humor. También, al Papa más íntimo, el niño brillante que sentía devoción por su madre, y al más comprometido, aquel que luchó desde sus convicciones por cambiar un mundo que veía profundamente injusto.

Dice que ha escrito el libro porque le "debe mucho" al Papa...

Le debía el libro en sí. Tenía que compartir todas las vivencias, los recuerdos, las anécdotas de tantos años, que son importantísimas, y también muy mías. Mientras el Papa vivía no me entraban en las crónicas de minuto y medio, y ya fallecido, me dije... "Lo haré el día que sea proclamado oficialmente Santo". Sabía que lo sería, pero no pensé que lo fuese a escribir tan pronto...

Ha sido entonces una canonización muy rápida...

En tiempo récord, en comparación con otras. Para que eso se produzca tiene que existir un milagro, que es algo inmediato, duradero e inexplicable para la Ciencia, y aquí ha habido dos claros, según el Vaticano, que son los que han contado. El de una religiosa francesa que se curó de Parkinson y el de una mujer de Costa Rica, recuperada de un ictus y que ahora está aquí, en la plaza de San Pedro.

¿Hubiese preferido quizás que Juan XXIII y Juan Pablo II fuesen canonizados por separado?

Sí me hubiese gustado, siendo dos gigantes de la Iglesia y de la Historia, que los hubiesen canonizado un domingo a Juan Pablo II, y otro a Juan XXIII, porque las canonizaciones siempre han de hacerse en domingo. Pero el Papa Francisco lo ha decidido así, y ha querido unir a dos gigantes de la Iglesia.

En su libro nos descubre a un Papa cercano y divertidísimo. Las anécdotas con el español son memorables...

Hay muchísimas, pero he elegido las más divertidas. Como esa, en un viaje a Polonia, cuando un grupo de jóvenes españoles le gritaron a coro, To-re-ro, To-re-ro... El Papa creyó que decían Toledo y al ver la cantidad de muchachos que gritaban aquello exclamó sorprendido, "Cuántos chicos de Toledo". Debieron sacarle del error, porque muchos años después, cuando vino a España y apenas podía moverse debido al Parkinson, al oir el saludo de los jóvenes que de nuevo le decían "Torero", comentó sonriendo a los cardenales que le acompañaban. "Ya sé que no son de Toledo".

Precisamente nos cuenta otra anécdota con un "famoso torero", dice en su libro, que es Jesulín si no me equivoco...

Sí, sucedió en una audiencia hace muchos años. La noche anterior a ser recibido por el Papa, me preguntó qué podía decirle cuando se acercara a saludarle. Yo le propuse, "Dile al Papa que eres torero y que te juegas la vida en la plaza". Al día siguiente, siguio mi consejo al pie de la letra... y le dijo, "Santidad, soy torero y me juego la vida en la plaza". Detrás, iba su madre, que se presentó con un "Soy la madre del torero que se juega la vida en la plaza" . Y a continuación fue la hermana quien se presentó como "Soy la hermana del torero que se juega la vida en la plaza". El Papa, desoncertado, no pudo menos que preguntarles con curiosidad... "¿Y a qué juegan ustedes?"

De entre todos los momentos de sus viajes, que recoge en su libro, o que se han quedado fuera, ¿Con cuál se queda?

Me quedo siempre con el primero y el último a España, porque es mi país, estaba en mi pueblo, y para mí eran muy importantes. Pero viajes históricos que me han marcado muchísimo han sido, indudablemente, Polonia y también Cuba.

¿Qué pensaba el Papa de nuestro país?

En su último viaje, cuando ya estaba tan malito que sabía que se estaba despidiendo, me llamó después de haber canonizado a cinco santos en la Plaza de Colón y de haber asistido a un acto multitudinario con los jóvenes en Cuatro Vientos y me dijo... "Qué grandes santos, qué gran juventud, qué gran pueblo, el Papa quiere mucho a este pueblo español". Sentí un enorme agradecimiento. Y le dije, "Santidad, España como Polonia". Y me dijo, "Más que Polonia".

Su primer viaje a Polonia, en 1979, fue uno de los más señalados ¿Qué supuso aquello?

Creo que el Muro de Berlín hubiese caído seguro, porque era insostenible. Pero hubiese caído costando muerte, heridos y un conflicto, y gracias al Papa, como reconoció Gorbachov, ese muro cayó de una manera natural. Su ilusión de una Europa unida en sus raíces cristianas, que respirara con los dos pulmones, se hizo realidad.

Mantuvo un activo papel especialmente activo en la escena internacional, ¿Con qué líder tenía una relación más especial?

Creo que con Gorbachov tuvo siempre una gran sintonía. También con el presidente italiano, Sandro Pertini, le unía un afecto muy grande sobre todo por el cariño que los dos habían tenido a su madre. Y Pertini era ateo. También quería mucho a los reyes de España, especialmente a la Reina siempre le tuvo un afecto especial.

Esa pérdida de su madre le marcó especialmente...

Muchísimo. Siempre hablaba de ella, le hizo una poesía preciosa, y cada vez que íbamos a Cracovia siempre iba al cementerio a rezar a la tumba de sus padres. El Papa tuvo una vida muy dolorosa. Pierde a su madre con nueve años, poco después a su hermano, al cual estaba unidísimo, y después a su padre. Entonces se queda completamente solo. No tenía ni un solo pariente lejano.

¿Cree que a pesar de las enormes muestras de afecto, el Papa se sentía solo?

No, porque siempre hablaba con Dios y sobre todo tenía esa protección de la Virgen que nunca le faltó.

Por esa devoción a su madre, mostraba también un especial respeto a la figura de la mujer. Sin embargo, se opuso siempre al sacerdocio femenino...

Es una postura de Juan Pablo II, del papa Francisco.. que lo vayan a cambiar, yo no lo sé, pero creo que el papel de la mujer en la Iglesia es enorme y no únicamente tiene que ser sacerdote. Creo que las mujeres tienen ya una importancia grandísima en la Iglesia por su tesón y su trabajo.

Uno de los episodios más intensos en la vida de Juan Pablo II fue el atentado sufrido en la plaza de San Pedro, ¿cómo vivió aquello?

Pensé que era imposible, cómo se podía querer matar a un hombre de paz, cuya única arma era una Cruz.

La autoría se atribuyó a un extremista turco, pero las teorías de la conspiración fueron muchas... ¿cree en ellas?

Para mí y para todo el mundo aquello fue un complot claro. Lo que pasa es que era un momento en que empezaba la distensión, el menos conflictivo, y el Papa no quiso que se moviese tanto. No se ha querido indagar, pero estaba claro que fue la URSS, que quería que ese muro que ya se tambaleaba durara más.

Fue criticado por algunos por actuar casi como un político, ¿Cree que era así?

El Papa era un político de Dios. Intervino para conseguir la Justicia, defendió la libertad y la dignidad del hombre, el derecho de la mujer al trabajo, la paz... Y claro que hablaba con los políticos. Como Juan XXIII, que también fue otro grandísimo diplomático de Dios.


Uno de los episodios más polémicos es su amistad con el fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel...

Para mí, Maciel es como Satanás, no se puede hacer tanto bien y tanto mal a la Iglesia como ha hecho este hombre. Creo que el Papa no se lo podía ni imaginar. No puedes concebir que en un hombre que parecía un Santo ejemplar pudiese haber tanta maldad. Creo que en parte también se lo ocultaron, y que el Papa en parte tampoco lo creyó, que pensaba que podían ser calumnas para desacreditar a la Iglesia y a los sacerdotes. Él venía de Polonia, donde a la Iglesia y a los sacerdotes se les acusaba de todo echando basura.

¿Como ve al Papa Francisco? ¿Cree que es un revolucionario de la Iglesia, como se le ha calificado?

No creo que sea revolucionario en el sentido de que vaya a cambiar grandes cosas. Es un hombre que tiene mucho encanto, una calidez latinoamericana, esa cercanía, habla muy fácil y ayuda indudablemente a acercar a la gente. Pero diría que el verdadero huracán ha sido Juan Pablo II y de Francisco diría que es una brisa freca y agradable, también necesaria.

La pongo en un aprieto... ¿era Juan Pablo II su Papa preferido?

Sí. Después de seguir a una persona 27 años, ves como es, le conoces en todos sus gestos, sus palabras. Y pasas a quererlo mucho. Soy juanpablista. Como millones de personas, como ahora se está demostrando en Roma.


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