El puñetazo, una herramienta clave en la evolución del pulgar y la cara

    • Así lo afirma un estudio de la universidad de Utah.
    • Apunta que la evolución del pulgar mejoró la anatomía para adaptarla a la lucha entre humanos.
La púgil aficionada Atheyna Bylon salvó el rostro del boxeo panameño en 2014
La púgil aficionada Atheyna Bylon salvó el rostro del boxeo panameño en 2014

Biólogos de la universidad de Utah sostienen que las manos humanas han evolucionado no sólo por la destreza manual, sino también para que los hombres pelearan a puñetazos por sus mujeres, según informa Europa Press. "La idea de que el comportamiento agresivo jugó un papel en la evolución de la mano humana es objeto de controversia", señala David Carrier, profesor de Biología y autor principal del estudio publicado en la edición digital de este miércoles del Journal of Experimental Biology.

"Muchos escépticos sugieren que el puño humano es simplemente una coincidencia de la selección natural para mejorar la destreza manual. Eso puede ser cierto, pero si es una coincidencia, es desafortunada", considera. "Como alternativa, se sugiere que las proporciones de la mano que permiten la formación de un puño pueden decirnos algo importante acerca de nuestra historia evolutiva y lo que somos como especie -añade Carrier-. Si nuestra anatomía está adaptada para la lucha, tenemos que ser conscientes de que siempre podemos estar obsesionados por emociones básicas y conductas reflexivas que muchas veces no tienen sentido -y son muy peligrosas- en el mundo moderno".

Los seres humanos tienen palmas y dedos más cortos y pulgares largos, flexibles y más fuertes en comparación con otros simios. Se ha pensado durante mucho tiempo que estas características han evolucionado para que nuestros antepasados tuvieran la destreza manual para hacer y usar herramientas. Carrier y sus colaboradores no sólo han sostenido que nuestras manos han evolucionado en parte, para dar puñetazos, sino que los rostros de los ancestros humanos, los australopitecinos, evolucionaron para resistir esos golpes y que los rostros humanos se volvieron más delicados a medida que nuestra violencia se hizo menos dependiente de la fuerza bruta.Estudio con brazos de cadáveres

El nuevo estudio buscó más evidencias experimentales de su teoría utilizando nueve brazos de cadáveres masculinos comprados a programas de donantes de cadáveres de la universidad y de una empresa de suministro privado."Pusimos a prueba la hipótesis de que un puño cerrado protege los huesos del metacarpo, la palma o la mano, de la lesión, reduciendo el nivel de esfuerzo durante los golpes", dice el estudio. Después de cientos de puñetazos y bofetadas utilizando ocho brazos, uno tenía demasiada artrosis,"los resultados sugieren que los humanos pueden atacar de forma segura con un 55 por ciento más de fuerza con un puño totalmente reforzado que con mano sin refuerzo, y con dos veces más fuerza con el puño reforzado que con un manotazo con la mano abierta", según Carrier y sus colaboradores, dos estudiantes que le ayudaron a diseñar el experimento e hicieron gran parte del trabajo con los brazos de cadáveres.

Estos expertos teorizan sobre el significado evolutivo de las manos de los seres humanos y de sus ancestros: "Puede ser que éstas son las proporciones que mejoraron la destreza manual, mientras que al mismo tiempo, hacen posible que la mano se use como un garrote durante las peleas". Carrier enfatiza: "No estamos proponiendo que las únicas cosas importantes fueron la selección natural para la destreza y los puñetazos. Otras posibilidades incluyen la deriva genética -la variación en las proporciones de la mano que se pierde entre una pequeña y aislada población- y factores genéticos y de desarrollo no identificados".

El director de la investigación subraya que la selección natural favoreció alargar el dedo gordo del pie y acortar otros dedos de forma que los antepasados humanos podían correr con mayor facilidad y los mismos genes probablemente afectaron también a las proporciones de la mano. Los brazos de los cadáveres del experimento se colocaron en un aparato de péndulo para que pudieran oscilar y golpear una mancuerna acolchada de detección de la fuerza, bien con el puño cerrado o reforzado (con el pulgar bloqueado alrededor de los dedos índice y medio, que se enroscan con fuerza a la palma de la mano) o un puño sin refuerzo (pulgar hacia afuera y sin tocar los dedos ligeramente doblados) o golpear de lado el objetivo con la mano abierta.

Se colocaron las manos de los cadáveres en esas posiciones con hilo de pesca atado a los tendones de los músculos del antebrazo. Estos tendones tiran de varios de los músculos que controlan la muñeca, el pulgar y los dedos."Los metacarpianos son los huesos de la mano que se rompen más a menudo", dice Carrier. Se colocaron medidores de tensión para calcular la deformación ósea en la parte de atrás de los metacarpianos de las manos, por lo general el segundo metacarpiano. La presión colocada en los huesos de la mano durante el estudio fue siete veces menor de lo necesario para romper un metacarpiano porque, con demasiada tensión, el hilo de pesca se rompería al tratar de controlar la mano del cadáver.La cara evolucionó para protegerse de los puñetazos

La teoría de Carrier ha sido criticado duramente por algunos, pero este experto tiene respuestas a las objeciones. Para quienes dicen que si la mano evolucionó para luchar debería entonces haber coevolucionado la cara con características de protección, argumenta que en el registro fósil se ve que esto sucedió en los australopitecinos. En los seres humanos,"a medida que nuestro rostro se volvió más pequeño, también perdimos poder de pegada", dice Carrier. Los escépticos dicen que la idea de que la cara evolucionó para resistir golpes ignora la nariz. Carrier reconoce la nariz es la parte de la cara en Homo, no en los australopitecinos, que es incompatible con la idea de que la cara ha evolucionado para ser protegida de golpes."Sobresale. Es débil. Pero en los grandes simios y los australopitecinos es plana. Y en los australopitecinos, todas las características de la cara son consistentes", añade.

Muchos antropólogos sostienen que existe poca evidencia histórica y prehistórica de peleas a puñetazos. Sin embargo, Carrier dice que la historia muestra el uso de los puños para pelear era común en muchas culturas humanas y el registro prehistórico proporciona evidencia antigua consistente. Algunas personas creen que la mano humana es demasiado delicada para haber evolucionado para ser un arma importante y que los primeros humanos usaban palos o piedras. Por su parte, Carrier opina que los estudios de las lesiones de ataque indican que los puños humanos son armas comunes y eficaces y que cuando los seres humanos luchan, los huesos de la cara se rompen con mayor frecuencia que los de la mano.

Los críticos argumentan que si los hombres fueron adaptados para pelearse a puñetazos, nuestra especie exhibiría grande diferencias en lugar de relativamente pequeñas en la masa corporal entre hombres y mujeres. Carrier explica que en términos de la masa corporal magra y fuerza muscular del cuerpo superior, estas diferencias en los seres humanos son grandes. Añade que las diferencias entre hombres y mujeres en la forma y el tamaño de la mano y la cara están entre las más grandes. Los escépticos de la teoría del "mono agresivo" de la evolución humana a menudo señalan que los seres humanos son por naturaleza empáticos, cooperativos y pacíficos. Carrier está de acuerdo, pero cree que la agresión tuvo un papel clave en nuestra evolución

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