El recorte en Ciencia no solo mata ratones

  • El tijeretazo en la inversión científica tiene consecuencias reales y dramáticas. Muchas investigaciones corren el riesgo de quedar a medias y miles de horas de trabajo y dinero invertido se irán a la basura. Javier es el último becario doctoral en el Centro de Investigación Príncipe Felipe, el más azotado por la crisis. Su caso es otro ejemplo de las consecuencias de los recortes.

El próximo 1 de julio, cuando termine su beca de investigación, la carrera científica de Javier podría haber terminado. A sus 27 años, es uno de los muchos becarios de investigación que puede ver interrumpido su doctorado por la falta de fondos. "Es algo nuevo que nunca había pasado en España", asegura, "estoy con una tesis a medias y no me va a dar tiempo a acabarla, no podré terminar el trabajo que he hecho". Este parón significa que no podría doctorarse y tampoco viajar fuera para seguir formándose como post-doctorado, lo que conduciría a un callejón sin salida.

Javier trabaja en el Centro de Investigación Príncipe Felipe (CIPF) de Valencia, el centro más castigado por la crisis. Investiga una enfermedad cardíaca conocida como Displasia arritmogénicaque produce la muerte súbita y que se ha hecho famosa por causar la muerte de deportistas como el futbolista Antonio Puerta. El equipo de Javier- reducido ahora a él y su jefe - es el único que ha desarrollado un modelo animal de la enfermedad y el que más ha avanzado para comprender un mal para el que no hay tratamiento y ni siquiera diagnóstico. Cuando el 1 de junio se acabe su beca, cree que su trabajo podría perderse.

"Tenemos un modelo de ratón que lleva un gen humano mutado", explica Antonio Díez Juan, jefe de Javier y líder de la investigación. "Existe un grupo de La Coruña que trabaja con familiares que tienen la mutación y la hemos metido en el ratón". "Teníamos gente bastante preparada", confiesa, "una chica que está ahora en EEUU, un chico que está en Francia y un técnico de laboratorio. Cuando a estas personas las echaron, nos hemos quedado sin dinero para hacer el proyecto y sin gente. Ahora estamos sin financiación y solo tengo a Javier".

"En noviembre, cuando echaron a la mitad de la plantilla", recuerda Javier, "vi a mucha gente sacrificando a sus animales en el animalario porque no se los podían llevar con ellos". En realidad, aclaran fuentes del centro, no se sacrificaron las cepas completas de animales, sino que se pidió a los investigadores que se iban (114 de 244) que dejaran las cepas al mínimo para no tener que mantener más ratones de los necesarios. "Tenemos muchos animales de grupos de investigación que se fueron con el ERE", nos explica la investigadora Consuelo Guerri, responsable del animalario, "y los mantenemos aquí hasta que nos digan de trasladarlos a otra universidad".

El "último becario"

El Centro de Investigación Príncipe Felipe es la institución que ha vivido con más violencia las consecuencias de la crisis. Como consecuencia del ERE que costó el puesto a la mitad de la plantilla y de la reducción de sueldo del 25 %, el centro acaba de permanecer quince días cerrado a cal y canto y sin ningún tipo de actividad. "Volvimos al trabajo el martes pasado", explica Javier a lainformacion.com. "Estas dos semanas han sido un parón, de un día para otro hay que parar todos los procesos, congelar las células y volver a descongelarlas... y esto supone otras dos semanas de retraso".

En cuanto a la situación laboral, hasta ahora lo normal era que una vez terminados los dos años de beca el investigador tuviera otros dos años de contrato y pudiera terminar su tesis. La beca de Javier cuesta 17.000 euros al año y el contrato 22.000. Pero no hay dinero para nada. "Yo soy el último de los becarios que queda y no sé que voy a hacer con mi vida", explica. "Me encuentro con 27 años con una tesis que no he podido acabar, es decir, que soy otra vez como un licenciado recién salido de la carrera. El no tener una tesis doctoral significa no poder marcharme de post-doc al extranjero y supone que no puedo desarrollar mi carrera científica".

Reconducir la situación

Fuentes de la dirección del centro reconocen que lo que se hizo en el pasado fue un error y adelantan que se retomará el programa de doctorados. "Mi misión es partir de lo que heredé", nos dice la directora del CIMPF, Rosa Valenzuela, "y trabajar hacia el futuro, todo lo que ha pasado forma parte del pasado. Estamos intentando reconstruir la situación de los becarios que estaban haciendo su tesis".

Los becarios que han conseguido recolocarse lo han hecho porque algún investigador los ha financiado con fondos propios (Consuelo Guerri empleó los 25,000 euros de un prestigioso premio) o porque otras instituciones, como las universidades, los han acogido para que sigan su trabajo. Sobre el futuro de Javier, su jefe confía en que la situación se reconduzca. "No creo que le echen porque es el último becario predoctoral y sería un poco absurdo seguir tirando gente". En el caso de quedarse sin él, harían todo lo posible por que la investigación sobre la Displasia arritmogénica continuara. "Javier se podría ir a Madrid con otro grupo", asegura Díez Juan. "Eso sí, el beneficio intelectual del proyecto se lo llevarían otros".

La situación del resto de trabajadores del centro no es muy diferente. El recorte brutal del presupuesto supone una completa incertidumbre. "Los investigadores que están aquí no saben qué van a hacer dentro de un año", asegura Javier. "Por lo menos que nos dejen acabar lo que está empezado", reclama, "porque lo otro es haber tirado nuestro tiempo y el dinero".

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Antonio Martínez Ron
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