El vuelo espacial que este domingo iniciaba la misión Space X acabó en desastre para la NASA. El cohete Dragon, no tripulado y el cohete Falcon 9 acabaron en una espectacular explosión pocos minutos después de despegar, y sus trozos se han desperdigado por la atmósfera, gran parte de ellos cayendo en el Océano Atlántico.
El cohete iba a llevar suministros a la Estación Espacial Internacional, y su pérdida ha sido una gran decepción para la NASA, como explicaba su administrador Charles Bolden, en un comunicado "estamos decepcionados por la pérdida de la última misión de suministro Space X. No obstante, los astronautas están a salvo en la estación y tienen suficientes suministros para los próximos meses".
El equipo de la NASA está estudiando qué ha podido ocurrir durante el vuelo para arreglar cualquier error y volver a realizar el vuelo. En principio, la tripulación de la EEI tiene suministros hasta el mes de octubre, y tienen formas de regresar a la tierra en caso de que ocurra algún problema.
El cohete que explosionó tenía a bordo comida, "materiales científicos" y diverso equipamiento que podría ser difícil de sustituir, explicaron desde la NASA aunque gran parte de los materiales tenían duplicados en la tierra.
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