Viajar al espacio podría cambiar nuestra manera de ver las cosas. Literalmente. La primera sospecha vino con el análisis de agudeza visual de los astronautas tras regresar de misiones de larga duración. Algunos habían ganado vista y otros veían peor, lo que no cuadraba con las previsiones de los médicos.
Un estudio liderado desde la Universidad de Texas apunta ahora al posible origen de esos cambios. El equipo del doctor Larry Kramer ha examinado a 27 astronautas estadounidenses que han volado a la Estación Espacial Internacional y han detectado cambios en los globos oculares, el nervio óptico y la pituitaria, según informa The Guardian.
En concreto, los escáneres cerebrales revelan un achatamiento en la parte anterior del globo ocular. Este cambio, al acortar la distancia del ojo, provocaba que algunos de ellos empezaran a ver mejor de cerca que antes de partir hacia el espacio. Los síntomas coinciden, además, con los que provoca la hipertensión intracraneal, una afección bastante rara en la que la sangre dentro del cráneo presiona los ojos y los aplasta ligeramente.
Los médicos de las tres principales agencias espaciales, NASA, ESA y la Agencia Espacial Rusa, están investigando ya estas anomalías en busca de su causa. Hasta ahora se tiene constancia de que la permanencia en el espacio provocas cambios importantes como la pérdida de masa muscular y ósea o las conocidas "cataratas del astronauta", para los que se han tomado las respectivas medidas de precaución (ejercicio y dieta especiales y protección de los ojos). La microgravedad prolongada podría tener un efecto inesperado ahora sobre el fluido cerebroespinal y causar estos cambios, lo que podría condicionar el futuro de las misiones espaciales.
Los resultados de este estudio, que se publican en la revista Radiology, sugieren que los efectos son peores y más frecuentes en los astronautas que permanecen más tiempo en el espacio. Los médicos de las distintas agencias indican a The Guardian que estos síntomas se presentan de forma irregular, en unos astronautas sí y otros no, y que algunos remiten a los pocos meses. Los cambios en la pituitaria no parecen tener un efecto concreto, pero los cambios en el nervio óptico podrían provocar daños en la vista de los astronautas a largo plazo y eso es un motivo de preocupación.
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