Los científicos avalan al Estrecho como un laboratorio natural único en el mundo

  • Algeciras (Cádiz).- Las conclusiones del II Congreso Internacional sobre Migraciones de Aves y Cambio Climático clausurado este fin de semana en Algeciras (Cádiz) avalan la protección y potenciación del Estrecho de Gibraltar como laboratorio natural único en el mundo para el seguimiento del cambio climático.

Los científicos avalan al Estrecho como un laboratorio natural único en el mundo
Los científicos avalan al Estrecho como un laboratorio natural único en el mundo

Algeciras (Cádiz).- Las conclusiones del II Congreso Internacional sobre Migraciones de Aves y Cambio Climático clausurado este fin de semana en Algeciras (Cádiz) avalan la protección y potenciación del Estrecho de Gibraltar como laboratorio natural único en el mundo para el seguimiento del cambio climático.

Esta recomendación será defendida en la reunión que sobre biodiversidad y cambio climático celebrará el Consejo de Europa en junio en Reykjavík (Islandia), a la que asistirá el presidente de este congreso, el científico del CSIC Miguel Ferrer.

Ferrer, presidente también de la Fundación Migres, creada a final de 2003 por la Consejería andaluza de Medio Ambiente para el seguimiento de las migraciones de aves en el Estrecho de Gibraltar, ha señalado a EFE la importancia de esa zona para el estudio del cambio climático y su impacto en las aves porque es sobrevolada cada año por unos trescientos millones de aves de 380 especies diferentes.

"El Estrecho es uno de los lugares más importantes para la migración de aves del planeta porque es lugar de conexión entre dos zonas biogeográficas: el continente africano y la placa euroasiática y además sirve de conexión entre el Mediterráneo y el Atlántico; por tanto, es un lugar privilegiado donde colocar un termómetro que nos permita medir las variaciones en la distribución de la biodiversidad a escala planetaria", ha añadido.

La Fundación Migres realiza desde hace una década un seguimiento de las dos grandes migraciones anuales de aves en el Estrecho: la de primavera o prenupcial, que cubren millones de aves que regresan de África a Europa para reproducirse, y la de verano, o postnupcial, en la que las aves bajan hasta África para invernar y eludir las bajas temperaturas del invierno europeo.

Estos seguimientos son realizados por grupos de voluntarios, asesorados por ornitólogos, que se reparten entre la media docena de observatorios ubicados en otros tantos puntos de la orilla española del Estrecho.

El ornitólogo de la Universidad de Oxford Ian Newton ha explicado que el Estrecho de Gibraltar y el del Bósforo son dos de los puntos más relevantes del planeta para la ornitología porque cada año son sobrevolados por millones de aves en las migraciones entre Europa y África.

La distancia entre continentes de ambos estrechos está en el límite que pueden sobrevolar las grandes aves migratorias y por ello se han consolidado durante siglos como los únicos pasos migratorios entre Europa y África.

"En el Reino Unido no hay buitres ni algunas rapaces porque no pueden sobrevolar la distancia del Canal de la Mancha", ha señalado Newton a los periodistas en el congreso de Algeciras.

Ha explicado que los modernos dispositivos de seguimiento por satélite de las aves permiten conocer detalles de cómo migran como, por ejemplo, que lo hacen preferentemente por la noche, porque hay menos turbulencias y, consiguientemente menos riesgos de agotamiento o de desorientación, si como de ser predados.

También se ha comprobado que las aves se orientan en sus migraciones, algunas de decenas de miles de kilómetros, siguiendo el sol, las estrellas y los campos magnéticos, y que suben y bajan de altitud buscando las mejores condiciones para su vuelo.

Algunas especies, como las grullas, emiten graznidos para mantenerse en contacto y otra, como el frailecillo, se turna al frente del grupo para economizar esfuerzos, como hacen los ciclistas que encabezan el pelotón.

Pero el descubrimiento que más preocupa a los científicos es la constatación de que las aves están cambiando de forma precipitada sus comportamientos para adaptarse a un cambio climático que, en alguna especie, podría llegar a ser mortal.

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