Los latinos también dejaron su huella en los transbordadores

  • Con el fin de la era de los transbordadores son muchos los hitos que se celebran, 30 años de exploración y envío al espacio de artefactos como el telescopio espacial Hubble, pero también la huella que han dejado los latinos en esta empresa.

Cabo Cañaveral (EEUU), 8 jul.- Con el fin de la era de los transbordadores son muchos los hitos que se celebran, 30 años de exploración y envío al espacio de artefactos como el telescopio espacial Hubble, pero también la huella que han dejado los latinos en esta empresa.

El primero fue Franklin Chang-Díaz, nacido en Costa Rica y nacionalizado estadounidense en 1977, que en 1980 fue seleccionado por la agencia espacial y un año más tarde se convirtió en el primer latinoamericano en formar parte del cuerpo de astronautas de la NASA.

Físico de formación, con un doctorado en ingeniería nuclear por el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) fue el tercer no estadounidense del continente americano en viajar al espacio, y uno de los hombres con más misiones y horas espaciales a sus espaldas.

En total fueron siete sus misiones a bordo de los transbordadores, participó en la STS 61-C (1986), STS-34 (1989), STS-46 (1992), STS-60 (1994), STS-75 (1996), STS-91 (1998) y STS-111 (2002), con lo que en total completó 1.601 horas en el espacio, incluidas las 19 horas y 31 minutos que pasó fuera de la nave en tres caminatas espaciales.

De origen humilde llegó a Estados Unidos con apenas 50 dólares y con el temor a una lengua, el inglés, que no dominaba. No obstante, años más tarde fue inspiración de otro de los astronautas hispanos más conocidos, el mexicanoamericano José Hernández.

Según ha contado Hernández en alguna ocasión, estaba en el último año de secundaria cuando se enteró que el costarricense Franklin Chang-Díaz fue seleccionado como primer latinoamericano astronauta de la NASA.

"Hemos sido bastantes (hispanos) los que hemos participado en el programa espacial, queremos que participen más", dijo en una entrevista con Efe, horas antes del lanzamiento del transbordador Atlantis, que será la misión final de los transbordadores, después de 30 años al servicio de la NASA.

"Estoy seguro de que va a venir una nueva era de la exploración del espacio, muchos piensan que el jubilar los transbordadores es el fin, pero la NASA necesita cambiar los recursos destinados al programa del transbordador al diseño de una nueva nave", opinó.

Hernández, hijo de padres jornaleros mexicanos, nació en 1962 en French Camp (California) y después de ayudar en el campo a su padre cuando era niño y de estudiar ingeniería, se incorporó a la NASA en 2001 como ingeniero de investigación en materiales.

En 2004 fue seleccionado como candidato a astronauta y en 2006 terminó el curso de preparación, tras lo cual fue asignado a una sección de apoyo para el lanzamiento y preparativos de aterrizaje de transbordadores en el Kennedy Space Center y después estuvo en otros puestos de control.

En 2009 participó en la misión STS-128 del Discovery, que fue la número 30 con destino a la Estación Espacial Internacional y ha estado vinculado a diversos programas educativos para motivar a los jóvenes a estudiar ciencias y "a soñar".

El astronauta anunció su retirada de la NASA en enero de este año, después de 10 años trabajando para la agencia espacial en distintos puestos. Por su parte Díaz-Chang la abandonó en 2005 para dirigir su propia empresa, la compañía aeroespacial Ad Astra Rocket.

Hernández recordó también el legado de Ellen Ochoa, californiana de origen hispano y doctora en ingeniería eléctrica por la Universidad de Stanford, con más de 900 horas de vuelo a sus espaldas.

Experta en óptica participó como especialista en la misión STS-56 (1993), comandante de carga en la STS-66 (1994), y fue especialista de misión e ingeniero de vuelo en la STS-96 (1999) y la STS-110 (2002).

Hernández compartió su experiencia en el espacio con otro hispano, el ingeniero Danny Olivas, nacido en Hollywood, California, y criado por sus padres mexicanos en El Paso (Texas ), que fue aceptado en la NASA en 1998 y formó parte de la misión STS117 del Discovery en el 2007.

La lista es larga, también incluiría al puertorriqueño Joseph Acaba, veterano de la misión STS-119 del Discovery (marzo 2009), al español-estadounidense Michael López Alegría, y otros que esperan ver cómo evoluciona la NASA después de la era de los transbordadores.

Hernández recuerda que "lo mismo pasó con el programa Apolo" cuando concluyó en los años setenta y, después del éxito, no había inmediatamente un plan claro sobre cuál sería el siguiente paso.

El astronauta recordó que a partir de ahora la NASA va diferenciar la exploración del espacio de la tecnología.

"Lo que hemos hecho nosotros, explorar el espacio cerca de la Tierra donde esta la estación espacial internacional, se le deja al sector privado", como ha anunciado el director de la NASA, Charles Bolden.

De ese modo, el sector privado será el que se encargue de enviar astronautas de la NASA a la EEI, y "tendrá la libertad de usar esos asientos para un negocio turístico".

Esto permitirá a la NASA reorganizar su presupuesto y conseguir tener mayor capacidad para desarrollar una nave nueva "capaz de ir más allá de la EEI, que pueda regresar a la Luna y hasta ir a Marte, algo muy interesante que es mas difícil".

En este sentido, recuerda que en el espacio "nada es rutinario" y hay que tomar "todas las precauciones para asegurarse de que en estas misiones no vaya a pasar nada".

En cuanto a la contribución hispana a la era de los transbordadores señaló que "el hispano ha aportado igualmente que el americano. Todos hemos viajado juntos con la mismas metas de explorar el espacio".

En cuanto a su experiencia personal, "ojalá sirva para dar la licencia a otros hispanos de soñar que todo es posible en la vida", dijo.

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