PDF/A, un formato para sobrevivirlos a todos y sobrevivirnos a nosotros

  • Los continuos cambios en los formatos en los que se almacenan los datos por parte de las aplicaciones que usamos a diario crean un verdadero problema de cada a su uso futuro
Wicho / Microsiervos

Todos los que llevamos un tiempo usando ordenadores hemos pasado por la experiencia de intentar acceder a un archivo creado con una versión anterior de un programa sólo para descubrir que la versión actual no lo lee.

Y ya no digamos si se trata de acceder a un archivo creado con un programa que ya no existe.

Aunque en el mercado hay programas que se dedican precisamente a realizar este tipo de conversiones, es imposible que cubran todas las versiones de todos los programas, con lo que tarde o temprano nos encontraremos con que hay un archivo al que no podemos acceder.

Una opción es guardar los datos en archivos lo más sencillos posible, como por ejemplo en el mal llamado texto plano o en jpeg para las fotos; el problema es que haciendo esto se pierde el formato que pueda tener un texto o la maquetación de este si forma parte de una publicación.

Para intentar superar este problema existe el estándar PDF/A, definido por la norma ISO 19005-1:2005, publicada el 1 de octubre de 2005.

Este formato es en realidad un subconjunto del formato PDF de Adobe del que se han eliminado características no adecuadas para el archivo, como por ejemplo el cifrado de sus contenidos, y es además autocontenido, lo que quiere decir que incluye dentro de si mismo toda la información necesaria para reproducir su contenido y apariencia, incluyendo tipos de letra e imágenes, sin necesidad de recurrir a archivos externos.

Eso sí, también tiene el inconveniente de que no puede incluir contenidos de audio ni de vídeo.

De todos modos, disponer de un formato estándar y autocontenido como este es sólo la mitad de la solución, ya que aparte de poder interpretar los contenidos de los archivos digitales, queda el “pequeño” problema de poder acceder a ellos en el futuro.

Y es que todos hemos visto también como prácticamente año tras año van quedando obsoletos soportes antiguos en todos los campos de la tecnología, y en especial en el de los ordenadores.

Cintas de casete, diskettes de 5 1/4 pulgadas, disketes de 3 pulgadas como los que usaban ciertos modelos de Amstrad… Conseguir a estas alturas lectores para muchos de ellos es misión casi imposible, y que estos lectores se puedan conectar a un ordenador moderno, aún más.

Incluso si la NASA consiguiera recuperar las cintas perdidas con las imágenes sobre la luna de Neil Armstrong y “Buzz” Aldrin ahora se encontraría con que no existe en todo el mundo ningún equipo capaz de leerlas.

A lo mejor la NASA podría encontrar fondos como para reconstruir los equipos capaces de hacerlo, dada la importancia de las imágenes contenidas en esas cintas, pero eso es algo que no está al alcance de casi nadie más.

A este paso, podría darse la paradoja de que los historiadores de dentro de tan sólo unas décadas no pudieran tener acceso a gran parte de la información que ha generado nuestra época, a pesar de las cantidades ingentes de información que producimos a diario, convirtiéndonos prácticamente en una civilización virtual.

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