No urbanizable

Vivir en el paraíso: venden una isla gallega privada por 300.000 euros

El acceso a esta propiedad está limitado, ya que solo es posible entrar mediante un barco o andando por la arena cuando la marea está baja.

Isla O Santo o de San Clemente en Pontevedra.
Isla O Santo o de San Clemente en Pontevedra.
Turismo Rías Baixas.

La costa española, tanto por el Mar Cantábrico como el Mediterráneo, está llena de paraísos inigualables que a veces nos pueden trasladar a las playas del Caribe. Algunas zonas próximas a la península cuentan con pequeñas islas a las que se puede acceder mediante pequeñas embarcaciones o incluso nadando. Son islotes de paz y tranquilidad a los que no todo el mundo puede acceder y que, por tanto, han evitado la turistificación.

La isla de Santa Clara, en plena bahía de la playa de La Concha (San Sebastián), es uno de los ejemplos más conocidos y cuya playa solo es accesible con la bajamar. Otros, como la isla de la Olla de Altea, se encuentra en el Parque Natural de Serra Gelada y la mayoría de aventureros llegan a ella con un kayak.

La isla O Santo do Mar o también llamada San Clemente, se ubica en la ría de  Pontevedra, y es otro de esos espectáculos naturales a los que acceder resulta complicado. Lo normal es tratar de llegar nadando o mediante un barco, pero los días en los que baja la marea es posible pasear por una pequeña pasarela creada por la arena. Ahora, esta increíble isla se ha puesto a la venta para el mejor comprador. Tal y como apunta La Voz de Galicia, los propietarios han decidido sacar al mercado esta propiedad que heredaron de sus abuelos.

Más de 3.000 m²

La propiedad pertenece a la familia Piñeiro y uno de los hermanos aseguraba que ya no iba casi nunca a este espacio natural. "Antes iba más a menudo, pero ahora nada. Así que hace poco lo pusimos a la venta por 300.000 euros, pero pueden ser negociables", apuntan en el diario local.

Se trata de una isla con suelo protegido, por lo que no es posible construir ninguna vivienda o inmueble. Aún se conservan las ruinas de la antigua ermita de San Clemente, pero no es posible levantar otro espacio en todo el terreno. Cuenta con más de 3.000 m² y está cubierta por toda clase de vegetación, incluyendo varios pinos. A pesar de ello, tener una playa e isla privada, puede ser todo un lujo para quienes estén dispuestos a negociar con los herederos.

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