Estos clásicos de la comedia te harán olvidar el repunte de la crisis (por un rato)

  • En tiempos de crisis nada como echarse unas risas para olvidarse por un rato de la que está cayendo. Una forma barata de conseguirlo es recurrir a una buena comedia. Los clásicos siempre están ahí para cumplir con su función. Nunca fallan.
Con faldas y a lo loco, entre las grandes
Con faldas y a lo loco, entre las grandes
lainformacion.com
M. J. Arias

Con conceptos como prima de deuda, recesión, techo de deuda y crisis sobrevolando las cabezas, nada mejor que buscar una buena comedia para echarse unas risas y evadirse un par de horas. Este viernes estrenan La boda de mi mejor amiga, llena de situaciones de lo más absurdas y con gags que se han visto en el cine cientos de veces pero que aún funcionan. Es una buena opción para dejarse llevar. Casi tanto como estos diez clásicos insuperables de la comedia que nunca fallan cuando lo que se busca es pasar un buen rato.

Un, dos, tres, de Billy Wilder (1961)

De un genio para la comedia como Billy Wilder no puede esperarse menos que una gran película. En Un, dos, tres cuenta la historia de un joven representante de refrescos al que su jefe le encarga cuidar de su joven y alocada hija. El disparate está servido. Él es James Cagney y ella, Pamela Tiffin. La Guerra Fría está de por medio.

Un cadáver a los postres, de Robert Moore (1976)

El argumento es absurdo. Ahí está la gracia. Un millonario invita a los cinco detectives más famosos a su mansión. Una vez dentro les informa de que a medianoche habrá un asesinato y quien lo resuelva ganará un millón de dólares. El reparto es de lo más atractivo: Peter Sellers, Peter Falk y Alec Guinness. Y por allí anda también Truman Capote, que es el excéntrico ricachón.

El guateque, de Blake Edwards (1968)

Con Blake Edwards a los mandos y Peter Sellers poniendo la cara, el resultado no podía ser otro que una gran comedia por la que difícilmente pasa el tiempo. Todo comienza cuando un actor es despedido de un rodaje por sus continuas torpezas. Contra todo pronóstico, el productor le acaba invitando a una fiesta desencadenando situaciones hilarantes.

Arsénico por compasión, Frank Capra (1944)

Capra no solo hacia grandes películas lacrimógenas como ¡Qué bello es vivir! Lo mismo que conseguía hacer llorar de pena, podía lograrlo usando la risa. Arsénico por compasión es un buen ejemplo de ello. Esta obra de teatro filmada cuenta las peripecias de un crítico recién casado que visita a sus ancianas tías. Unas amables señoras que matan a viejos solitarios por compasión. La historia resulta de lo más rocambolesca y Cary Grant pone el resto.

Historia de Filadelfia, de George Cukor (1940)

Una vez más Cary Grant, uno de los grandes de la comedia. En esta, además, hace pareja con Katharine Hepburn. Un binomio perfecto para esto de hacer reír. Y completando el trío James Stewart haciendo de periodista al que el exmarido de la protagonista (Grant) invita justo cuando esta está a punto de casarse por segunda vez en su lujosa mansión. ¿Un lío? Ahí está la gracia.

Una noche en la ópera, de Sam Wood (1935)

Un barco, una compañía operística y un estreno desastroso. Con los Hermanos Marx de por medio nada puede salir bien. De esta película salió la famosa escena del camarote y aquellos de "la parte contratante de la primera parte…". Como tantas otras veces, las imágenes valen más que mil palabras.

El gran dictador, de Charles Chaplin (1940)

El talento de Charles Chaplin logró que una película en la que un dictador inspirado en Hitler era el protagonista fuese una de las grandes comedias que ha dado el cine. Todo nace del equivoco que cometen al tomar a un barbero judío por el dictador Hynkel. Para la historia queda su memorable discurso al final de la película. Emocionante oír la voz de Chaplin.

La fiera de mi niña, de Howard Hawks (1938)

Cary Grant, Katheryn Hepburn y un tigre suelto. No hace falta más para convencer de que La fiera de mi niña es una de las comedias memorables de la historia del cine. Pero si alguien necesita más argumentos… Howard Hawks es el director.

Primera plana, de Billy Wilder (1974)

Uno de los mejores dúos cómicos que ha dado el séptimo arte es el que formaron Walter Mathau y Jack Lemmon. Juntos hicieron un sinfín de películas. Una de ellas es Primera Plana en la que Mathau es un director incapaz de respetar la decisión de Lemmon de casarse y perderle de vista. Un asesino y un escritorio andan de por medio en esta película de la que existen varias versiones. Otra de ellas es Luna nueva, con Cary Grant.

Con faldas y a lo loco, Billy Wilder (1959)

Con una chica como Marilyn Monroe en el grupo, no extraña que Tony Curtis pusiese su tapadera en peligro. Él y Jack Lemmon se travisten e infiltran en una banda de música femenina huyendo de los mafiosos. Los equívocos dan lugar a situaciones muy cómicas. Algunas, como la del vídeo, son míticas.

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