Los gobiernos autoritarios quieren revoluciones en Facebook y Twitter

  • Evgeny Morozov desmitifica internet como medio "liberador" de lucha contra los gobiernos autoritarios en su polémico libro `El desengaño de internet´. Aquí, el autor nos avisa del peligro de Twitter o Facebook como únicas herramientas para lograr la democracia. No en vano, desvela que países como China o Irán está usando las mismas funcionalidades de las redes sociales para detectar, detener y aplastar sus revueltas ciudadanas.

Ahmadineyad alaba al Gobierno sirio por su actuación frente a la insurgencia
Ahmadineyad alaba al Gobierno sirio por su actuación frente a la insurgencia
David González | aviondepapel.tv

El verano de 2009, miles de jóvenes iraníes protestaron en Teherán contra el resultado de las elecciones. Portaban móviles inteligentes, difundían mensajes, fotos y vídeos en blogs y redes sociales.

Mientras tanto, los medios internacionales llenaban sus titulares con fases como "La revolución será tuiteada". Facebook y Twitter se convertían así en las plataformas de las modernas revoluciones. Sin embargo, el presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad logró mantenerse en el poder.

Curiosamente, el gobierno iraní logró descubrir a muchos activistas mediante las mismas redes sociales donde propagaban su indignación. El rastreo de fotos, vídeos, perfiles de Facebook o correos electrónicos hizo que muchos de aquellos jóvenes acabaran en la cárcel.

"No previeron la reacción de los gobiernos autoritarios a internet, tampoco predijeron lo útil que resultaría para los propósitos propagandísticos de estos, la maestría con que los dictadores aprenderían a utilizarlo para vigilar a sus súbditos, ni hasta qué punto se perfeccionarían los sistemas modernos de censura en internet", explica el investigador bielorruso Evgeny Morozov.

Lo argumenta en su polémico libro El desengaño de internet (Destino, 2012). En este ensayo, desmitifica la red como el mejor campo de batalla de las revoluciones para derrocar regímenes autoritarios.

"¿Cuesta tanto imaginar que un sitio como Facebook revele sin querer la información privada de activistas iraníes o chinos, descubriendo a los gobiernos de sus países las relaciones secretas entre los activistas y sus financiadores occidentales?, se pregunta el autor en su libro.

No en vano, Morozov desvela que muchos regímenes autoritarios, como China o Irán, detectan a los opositores usando Facebook, Twitter o Linkedin. Acceden a las libretas de direcciones del correo electrónico y rastrean las sugerencias de amigos que facilitan dichas redes sociales. Investigan esos círculos concéntricos y culminan sus represalias.

"Si cinco de nuestros amigos de correo electrónico son usuarios de Twitter, éste nos lo comunicará. El problema es que puede realizarse la misma operación con nuestros enemigos", detalla Morozov.

Además, el hecho de que muchos activistas organicen sus protestas desde ordenadores poco seguros, como los de un cibercafé, por ejemplo, o tuiteenla próxima manifestación desde sus móviles, también los identifica ante los servicios de espionaje de sus gobiernos.

Los móviles pueden geolocalizarse y los ordenadores públicos pueden estar infectados y controlados con programas espías. Además, las cláusulas de redes sociales, como Facebook, de permitir solo perfiles con nuestra verdadera identidad, deja a los activistas aún más al descubierto, según la tesis deMorozov.

Bajo esta teoría, el investigador muestra su escepticismo sobre las redes sociales como plataformas "liberadoras" que hagan triunfar una revolución. El autor explica que son útiles, aunque no deben aceptarse como la única y exitosa vía, dado sus peligros.

"Si un árbol cae en el bosque y todo el mundo tuitea al respecto, cabe la posibilidad de que no lo hayan movido los tuits", escribe.

Morozov explica en su libro que si las revoluciones solo se ciñen al poder de internet, las revueltas serán como "boxear con los ojos vendados".

"Sí, puede que de vez en cuando consigamos asestar fuertes golpes a nuestros adversarios autoritarios, pero es una estrategia mediocre si queremos ganar", añade.

Palabras, ciertamente, polémicas, de un ensayo que merece varias relecturas.

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