El acto, que tuvo lugar el viernes, simboliza un paso más en la desaparición de la principal guerrilla del país sudamericano. La ONU es la institución responsable de recoger las armas que entreguen estos insurgentes, para lo cual ha habilitado 42 contenedores y 52 cajas metálicas en los campamentos.
Cientos de observadores vigilan el desarrollo de un proceso que esta semana vivió un nuevo contratiempo con el secuestro de un empleado de la Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito (UNODC), Arley López, que participaba en el programa de erradicación y sustitución voluntaria de cultivos ilícitos.
El Frente Primero de las FARC ha reivindicado el rapto y ha condiciona la liberación del rehén a que el Gobierno de Juan Manuel Santos elabore "un plan de desarrollo integral" que solucione el problema social y económico de los cultivadores de coca.
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