Dice la leyenda de Washington que fue el día en el que Donald Trump decidió que iba a ser presidente de los EEUU. El hombre que había hecho cameos en gran parte de las películas de Hollywood haciendo el papel del típico ricachón desenfadado. El hombre que era capaz de reírse de sí mismo en serie de renombre con El Príncipe de Bel Air, el que todo el mundo conocía. Ese mismo hombre que salía en Los Simpson como el presidente de EEUU en un mundo loco (lo quebrabra, claro), donde el país era un ex en su eslogan.
Ese mismo hombre recibió una importante sarta de humillaciones por parte de Obama en la cena de corresponsales de 2011. Obama estaba en la cima, y Trump volvía a aparecer como bufón. Se dice que cuando le comentó que algún día podría intentar ser presidente de verdad, Obama carcajeó.
Bien es cierto que Trump había mandado salir a las calles tras la victoria de Obama, al que nunca consideró americano. El pique era notable. Cinco años después Obama cede el testigo de la presidencia a Trump bajo la sorpresa de todos, quizás hasta del propio Trump. Y ver ahora los chistes del presidente no deben hacer gracia en las filas demócratas.
Las cosas han cambiado y Obama no ha tenido más remedio que decir a Trump, señor presidente electo, estamos en el mismo equipo.
Hemos bloqueado los comentarios de este contenido. Sólo se mostrarán los mensajes moderados hasta ahora, pero no se podrán redactar nuevos comentarios.
Consulta los casos en los que lainformacion.com restringirá la posibilidad de dejar comentarios