Uzbekistán despide a Karimov, su dirigente durante más de 25 años

Uzbekistán despedía el sábado a su presidente Islam Karimov, muerto a los 78 años de una hemorragia cerebral tras haber dirigido con mano dura durante más de un cuarto de siglo el país más poblado de Asia central.

Los funerales del primer y único presidente de Uzbekistán desde su independencia, alabado por sus partidarios por haber mantenido la estabilidad del país pero acusado por sus detractores de violar los derechos humanos, se celebran en su ciudad natal, Samarcanda, joya histórica de la llamada "ruta de la seda".

Las autoridades de este Estado musulmán, vecino de Afganistán, y exrepública soviética, decretaron tres días de duelo nacional a partir del sábado.

La televisión nacional mostró el sábado por la mañana la multitud que abarrotaba las principales avenidas de la capital, Taskent, por donde pasó el cortejo fúnebre que transportaba el cuerpo del mandatario. Un grupo de militares llevó el féretro hasta el avión, con rumbo a Samarcanda, en el sur del país.

En la ciudad natal del jefe de Estado, numerosos uzbekos, ataviados con sombreros tradicionales negros y bordados de hilo blanco, asistían al paso del cortejo, pero pocos de ellos pudieron acceder al lugar del funeral.

Entre los invitados oficiales figuran el primer ministro ruso, Dimitri Medvedev, que llegó hacia las 08H00 GMT a Samarcanda, el presidente de Tayikistán, Emomali Rajmon, y el primer ministro de Kazajastán, Karim Maximov.

"Si nuestro presidente hubiera vivido 10 años más, Uzbekistán estaría irreconocible, más fuerte", aseguró a la AFP un hombre de 58 años. "Cuando supimos que había muerto, toda la familia se puso a llorar, es una gran pérdida para todos los uzbekos. Hizo nuestro país más libre y desarrollado".

Nacido el 30 de enero de 1938, el presidente uzbeko escaló todos los puestos del aparato del Partido Comunista en la época de la URSS hasta ponerse al frente de la república soviética de Uzbekistán.

Tras la independencia del país, en 1991, consiguió mantenerse en el poder y dedicó sus fuerzas a eliminar a sus oponentes.

Numerosas organizaciones acusan a Karimov, reelegido en 2015, de haber trucado las elecciones en repetidas ocasiones, de haber detenido a cientos de opositores de forma arbitraria y de apoyar el uso de la tortura en las prisiones.

Fue hospitalizado el 27 de agosto tras sufrir una grave hemorragia y fue puesto inmediatamente en reanimación.

Después de una semana de rumores sobre su salud y de informaciones oficiales difundidas con cuentagotas, con los primeros pésames de los países extranjeros, la televisión estatal tuvo finalmente que anunciar la noticia el viernes por la noche.

El presentador anunció en uzbeko y luego en ruso que el corazón del presidente dejó de latir el viernes a las 20H15 (15H15 GMT) y que fue declarado muerto 40 minutos más tarde.

En un país desprovisto de tradición democrática, la sucesión abre muchos interrogantes y anuncia un periodo complicado. Según la Constitución, asumirá interinamente el presidente del Senado, Nigmatilla Iuldachev.

Pero según los expertos, al menos tres altos cargos uzbekos podrían querer tomar el relevo de Karimov.

El primer ministro, Shavkat Mirziyoyev, dirige la comisión que organiza los funerales, lo que prueba el papel importante que podría tener a partir de ahora.

Otros dos hombres están también en el punto de mira: el viceprimer ministro Rustam Azimov y el poderoso jefe de la seguridad, Rustam Inoyatov, considerado como uno de los responsables de la muerte de entre 300 y 500 participantes de una manifestación en Andiján (este) en 2005, reprimida por las fuerzas de seguridad.

El presidente ruso, Vladimir Putin, lamentó una "gran pérdida" y recordó que Karimov "era un hombre de Estado de gran autoridad y un verdadero líder", en un telegrama de condolencias publicado por el Kremlin.

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