En Latinoamérica los ricos y pobres se separan por muros infames

  • Trump insiste en la construcción del suyo, para separar EE.UU. de México, pero este país, Perú, Argentina, Brasil, y otras tantas naciones poseen construcciones vergonzosas y similares que dividen a los acaudalados de los más humildes.

    La región de América Latina y el Caribe es, según Oxfam, la más desigual en ingresos en el mundo, ya que en 2015 el 1 por ciento poseía el 41 por ciento de la riqueza regional, mientras que el 99 por ciento restante debía repartirse el otro 60 por ciento.

El muro que separa Lima tiene 10 kilómetros.
El muro que separa Lima tiene 10 kilómetros.
Diego Caldentey

El candidato a presidente de EE.UU. Donald Trump insiste en impulsar una de sus controvertidas propuestas 'estrella' de su programa electoral: si llega a la Casa Blanca, piensa edificar un colosal muro que separe la frontera con México, para intentar impedir la llegada de inmigrantes ilegales.

Mientras gran parte del planeta asiste estupefacta a propuestas como ésta, cierto es que en Latinoamérica la construcción de este tipo de estructuras es algo usual y denigrante. En esa región, ricos y pobres son separados por paredones inmensos, que -aunque cuesta creerlo- fueron planificados, concebidos y ejecutados por administraciones públicas.

Cuando los millones de turistas visiten en agosto próximo Río de Janeiro, en ocasión de la celebración de los Juegos Olímpicos de verano, se encontrarán con una imagen inusual: la denominada favela Vila Autódromo, que sufrió el derribo de gran parte de sus viviendas precarias por su cercanía al recinto que será utilizado como Villa Olímpica, ha sido reemplazada en su lugar por un gigantesco muro de hormigón.

El proyecto tenía como finalidad evitar cualquier riesgo de intrusión por parte de los más humildes, respecto al perímetro donde vivirán los deportistas durante un par de semanas.

Río de Janeiro tiene numerosos 'antecedentes' en la materia. En 2009, por ejemplo, el gobierno del estado carioca decidió edificar un muro de tres metros de alto alrededor de ciertas favelas para proteger el bosque natural de la 'cidade maravilhosa'. El delirante proyecto fue denominado 'Ecolímites'. 

Keiko Fujimori, por su parte, quien acaba de ganar las elecciones presidenciales en Perú, no ha pronunciado palabra durante su campaña sobre el infame muro de la vergüenza que se alza en Lima, para dividir a las familias de mayores recursos de los más pobres.

Tiene 10 kilómetros de largo y separa a la lujosa urbanización de Las Casuarinas de uno de los barrios más humildes de la capital peruana: Pamplona Alta, un conglomerado de 'villas miserias' (poblados chabolistas) donde viven hacinados y en pésimas condiciones miles de personas, sin luz, agua ni otros servicios básicos.

En Argentina, los extranjeros que se dirijan hacia el centro de Buenos Aires, podrán comprobar cómo se alza a metros del Obelisco porteño una de las 'villas miserias' más colosales de la capital del país sudamericano: la llamada Villa 31 y 31 Bis.

En agosto del pasado año, mientras Mauricio Macri aún era jefe del Ejecutivo municipal y todavía no había sido designado presidente de los argentinos, impulsó una polémica medida: ocultar parte de ese gigantesco poblado marginal con una malla de acero, instalada entre ambas vías de circulación de la autopista Arturo Illia. Entre los límites de la Villa 31 y el Barrio de la Recoleta y Retiro (éstos dos últimos son dos de los distritos más residenciales y caros de Sudamérica) distan medio centenar de metros.

En esa área ya había sido instalada con anterioridad una valla de dos metros de alto para separar la mencionada autopista del poblado chabolista, a lo largo de 550 metros, sobre el extremo derecho.

En México D.F, el área de Santa Fé, en Cuajimalpa, se convirtió desde hace tiempo en una de las zonas más exclusivas, y a la vez, en un insólito mirador para comprender la abismal diferencia entre ricos y pobres. La gente más acaudalada se ha refugiado detrás de las barrancas y, con ayudas e incentivos del municipio, ha construido inmensos muros para evitar mezclarse visual y físicamente con las zonas más populares y humildes que rodean la región.

Parece mentira, pero las estructuras montadas en esta área recuerdan a los campos de exterminio nazis: barreras de hormigón con púas que cortan calles y que fueron específicamente edificadas para excluir de los 'beneficios del desarrollo' a los habitantes más pobres.

La región de América Latina y el Caribe es, según Oxfam, la más desigual en ingresos en el mundo, ya que en 2015 el 1 por ciento poseía el 41 por ciento de la riqueza regional, mientras que el 99 por ciento restante debía repartirse el otro 60 por ciento.

Eso también se traslada a las calles de Quito (Ecuador), de Medellín (Colombia), de Caracas (Venezuela)... donde los habitantes son separados por una barrera física, pero también moral y humillante. Se trata de muros de la infamia, de la vergüenza, de la humillación, que en pleno siglo XXI parecen difíciles de imaginar, pero allí están y (por lo que parece) allí seguirán por mucho tiempo.

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