Miles de albinos viven con el miedo a ser asesinados y mutilados en Malawi

  • Al menos once personas con esta alteración genética han sido asesinadas y otras seis secuestradas en los últimos cuatro meses.  

    Lainformacion.com ha hablado con Esteban Beltrán, director de Amnistía Internacional, que denuncia la realidad a la que están sometidas miles de personas en las zonas más rurales de África.

Miles albinos viven con el miedo a ser asesinadas y mutiladas en Malawi
Miles albinos viven con el miedo a ser asesinadas y mutiladas en Malawi
Blanca Calvo Arro

Whitney Chilumpha es una bebé albina de de dos años que está desaparecida desde la noche del 3 de abril cuando fue secuestrada mientras dormía junto con su madre en su casa de Chiziya (Malawi). Desde ese día, su familia no sabe nada de ella. Las horas pasan y se teme que haya sido una víctima más de su color de piel. En Malawi miles de personas con esta alteración genética viven con el miedo a ser secuestradas o asesinadas como consecuencia de una superstición.

“Whitney, albina, dormía con su madre en una población muy pobre de Malawi cuando a mitad de la noche la madre, al despertarse, se dio cuenta de que su pequeña no estaba. Desde entonces no se sabe nada. Está totalmente desaparecida. Pero lo peor de todo es que no es el primer caso, el año pasado un niño de nueve años fue secuestrado, meses antes otra pequeña desapareció y su cuerpo fue encontrado con los brazos amputados... En Malawi y Tanzania estos sucesos, desgraciadamente, ocurren. Son países en los que hay miles de personas albinas que temen ser asesinadas”, cuenta Esteban Beltrán, director de Amnistía Internacional.

En el 2015, y según informa Amnistía Internacional, se registraron más de 45 delitos contra personas con albinismo. En los últimos cuatro meses en Malawi han asesinado al menos a once personas con albinismo y han secuestrado a otras seis sin que se conozca su paradero.

Falsas creencias que llevan a cientos de abandonos, secuestros y asesinatos, una atrocidad. El pueblo africano está altamente vinculado con las supersticiones, a las personas albinas les persiguen dos, como nos explica el experto. “El pueblo africano cree que las personas albinas están relacionadas con la brujería o los demonios. Y también se piensa que necesitan ser asesinados porque partes de su cuerpo atraen a la riqueza. Por eso, varios de los cuerpos que se encuentran de estas personas están mutilados”, cuenta Beltrán.¿Qué es el albinismo?

Como alteración genética, el albinismo está presente al nacer y no es contagioso. Los padres deben portar el gen para que se transmita, aunque ellos mismos no presenten albinismo y afecta tanto a hombres como a mujeres de todas las partes del mundo con independencia de su etnia.

Una de las características del albinismo es la falta de pigmentación (melanina) en el pelo, la piel y los ojos, que se traduce en sensibilidad extrema al sol y a la luz brillante. Como resultado, casi todas las personas con albinismo tienen deficiencias visuales y son propensas a desarrollar cáncer de piel. ¿El gran problema? Que no existe cura para la ausencia de melanina.¿Cómo viven los albinos en África?

Una alteración genética que en cualquier otra parte del mundo no genera ningún problema, en África es motivo de temer por la vida. El hecho de que el color de piel sea tan distinto hace que se sientan perseguidos dentro de su comunidad.

“Viven discriminados. Hay una parte, sobre todo en las partes rurales, en las que viven muy desamparados. Siempre con miedo a que algo les ocurra, que les asesinen, les secuestren, de hecho, una gran parte emigra a zonas más urbanas para que no les pase nada”, cuenta Beltrán.Una lucha constante

Amnistía Internacional ha querido denunciar esta realidad y por eso ha puesto en marcha una ciberacción con la que exigir la apertura de una investigación exhaustiva e inmediata sobre los casos como el de la bebé de dos años.

No obstante, el presidente del país, Peter Arthur Mutharika, ha condenado públicamente hechos como el de Whitney. “Esto es un paso muy importante pero, no lo suficiente para que esta práctica cese”, finaliza el director de Amnistía Internacional.

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