Se cumple un año de la inmolación del héroe tunecino que desató la Primavera Árabe

  • Periodistas tunecinos y vecinos de Mohamed Bouazizi hacen balance un año después de la revolución. La muerte del joven es símbolo de la Primavera Árabe.
Un estudiante fallece en Túnez días después de quemarse a lo bonzo
Un estudiante fallece en Túnez días después de quemarse a lo bonzo
Lola García-Ajofrín

Una cerilla puede prender en centésimas de segundo y mantenerse encendida un buen rato. Así piensan algunos habitantes de la localidad ganadera de Sidi Bouzid, en el interior de Túnez, donde el 17 de diciembre de 2010, el joven Mohamez Bouazizi, de 26 años, se roció de gasolina, prendió fuego a su ropa y con ella, encendió las ansias de libertad a toda la región. Ha pasado un año de aquello y los tunecinos viven la continuidad del levantamiento con prudencia y optimismo.

Para unos, Bouazizi es icono de una revolución que desmanteló, en cuestión de días, una dictadura perpetuada durante 23 años; para otros, la excusa que le hacía falta a un pueblo asfixiado por el paro, la pobreza y la corrupción de su dictador. La historia se puede contar de múltiples maneras, pero de un modo u otro, hoy, 17 de diciembre de 2011, en Sidi Bouzid, todo recuerda a él.

La periodista francesa Olivia Gré, de la sede de Reporteros sin fronteras, recién constituida en Túnez, también ha viajado a Sidi Bouzid para celebrar el aniversario. Como ella, muchos tunecinos acuden este fin de semana a la localidad, para asistir al Festival de la revolución, que entre el 16 y 19 de diciembre acoge decenas de actividades culturales como homenaje a la revolución. Una exposición fotográfica recuerda a los mártires y heridos durante los levantamientos, con imágenes de rostros ensangrentados y torsos magullados que muestran la cara menos romántica de la revolución. También están previstas conferencias sobre la construcción de la democracia; la proyección del 'film' "The People Want: Dégage (Get out)", del director Mohamed Zran y campeonatos de fútbol para los chavales.

Un año después de la muerte de Bouazizi, Gré considera que se han dado pequeños pasos, como "obtener el derecho a expresarse libremente y el derecho a organizar la sociedad civil" pero "los tunecinos tienen que aprender que la democracia no es un sistema perfecto y deben pasar a definir su propio modelo de democracia".

También le preocupa que pueda aparecer "una nueva forma de censura ligada a la religión". Menciona el caso de un altercado producido en la sala de cine Africart de la capital tunecina, el pasado 26 de junio, cuando se proyectaba el documental 'Ni Allah ni amo', de la directora atea Nadia El Fani y que provocó la ira de algunos espectadores. O el ataque a las instalaciones de la cadena de Nessma TV, el pasado 9 de octubre, dos días después de pasar la película franco-iraní Persépolis de Marjane Sartrapi.

Hace un año que prendió la cerilla y, desde entonces, han cambiado muchas cosas. Han caído las dictaduras de Túnez, Egipto y Libia y se ha tambaleado los regímenes de todos los países vecinos; los egipcios y tunecinos han ido a las urnas y la ciudadanía de medio planeta ha hecho uso de su libertad de expresión en proporciones hasta ahora nunca vistas. También, se han escrito centenares de artículos sobre el joven héroe; el Parlamento Europeo ha entregado su Premio Sajarov 2011 a la Libertad de Conciencia a cinco activistas de la 'Primavera Árabe', entre ellos a Bouzizi, en título póstumo; y la revista 'Times' ha reconocido al 'manifestante' como la persona del año. Pero, en el aniversario de la revolución, muchos se preguntan cuánto tarda en consolidarse la llama.

Mesbah Akremi, un profesor local, explica que "lo que le preocupa al pueblo es que un año después nada ha cambiado". Se calcula que son 14.000 los jóvenes licenciados desempleados en el país. "Y las muertes de aquellos chicos a veces parece que no sirvieron para nada". Es el desconsuelo de los que, especialmente en este primer aniversario, lloran a los mártires. Como la de madre de Manel Bouallagni, una de las seis manifestantes asesinadas por la policía en Regueb, un pequeño municipio a 37 kilómetros del epicentro de la revuelta. Lo que a ella, un año después le preocupa es sacar adelante a su nieta huérfana. La muchacha tenía la misma edad que Bouazizi, 26 años.

Y en las redes sociales posiblemente Sidi Bouzid volverá a ser Trending Topic (Tendencia) por un momento, para aquellos que el pueblo tunecino se escribe todo junto, con almohadilla delante y se olvida a la velocidad que un retweet. El gráfico de estadísticas de Google demuestra, que tanto en Túnez como en el mundo, "Sidi Bouzid" vuelve a procurarse estos días con mayor frecuencia y el acceso a Twitter también es más pronunciado.

Mientras, los informadores tunecinos esperan que la herencia de la dictadura pronto desaparezca. Un año después, aseguran que les está costando. Como explica por correo electrónico Mahmoud Dhaouadi, presidente del Centre de Túnez para la Libertad de Prensa: "Existen otros problemas, mucho miedo, sobre todo por la dimensión económica, por la corrupción y el regreso de los hombres de Ben Alí". Se refiere a que en los medios, todavía continúan muchos antiguos empleados afines al régimen, aunque se están dando pasos: "Mientras unos creen que la prensa sigue siendo de Ben Ali, otros dicen que estamos en el buen camino, ya que hoy se habla y se escribe libremente".

El informe 'Conmoción en el mundo árabe: los medios de comunicación como testigos clave y peones políticos', sobre la censura durante el año de la revolución, recientemente publicado por Reporteros sin Fronteras, advierte de estas dos caras de la moneda: "En Túnez, desde el 14 de enero, el tono de los medios de comunicación ha cambiado" y estos "han comenzado a tomar interés en temas sociales, prohibidos durante la época de Ben Ali". Sin embargo, "la mayoría de los trabajadores de medios han permanecido en sus puestos de trabajo".

Y en Internet, como entonces, los hay que siguen haciendo su trabajo. Como la denominada la 'bloguera de la revolución', Lina Ben Mhenni, recientemente propuesta para el Nobel de la Paz, que en su último 'post' publicado en su blog 'A tunisian Girl' (http://atunisiangirl.blogspot.com/), el 13 de septiembre, escribía una carta dirigiada al recién elegido presidente, en la que criticaba la alusión a las mujeres durante el juramento y los aplausos recibidos.

Ese nuevo mandatario, Moncef Marzouki, es otro de los ingredientes simbólicos de la revolución. Su perfil, como activista en derechos humanos, laico, exiliado durante la última década, se contrarresta con sus nulas competencias de gestión que corresponden al Primer Ministro, responsable de los asuntos del Estado.

Sidi Bouzid celebra un año de su revolución, con una cerilla que se consume a fuego lento. El asesor internacional de medios Roland Huguenin, que ha pasado gran parte de su carrera en Túnez, Egipto y Jordania, de visita estos días en Madrid, asegura que el éxito de la revolución dependerá de un factor aún más sencillo y parafraseando al asesor de Clinton en 1992, James Carville, sentencia: "It's the economy, stupid" ["Es la economía, estúpido"].

Mostrar comentarios