El coordinador del equipo de observadores, el finlandés Ilkka Kanerva, ha explicado en rueda de prensa que, a pesar de las mejoras registradas en el reciente proceso, aún persisten toda una serie de problemas que ponen en duda la legitimidad de los resultados.
Así, a pesar de la mayor transparencia, "las restricciones legales de derechos básicos siguen siendo un problema", ha advertido Kanerva. "Si Rusia quiere cumplir sus compromisos democráticos, tiene que haber un mayor espacio para el debate y la implicación cívica", ha añadido.
El representante de la OSCE ha apuntado que "el contexto electoral se ha visto perjudicado por las restricciones en libertades y derechos políticos fundamentales, el firme control de los medios y un endurecimiento de la presión sobre la sociedad civil".
Asimismo, ha afirmado que la aparente liberalización del proceso de registro de partidos aún no ha derivado en un escenario con "distintas alternativas políticas".
El partido gubernamental ruso ha logrado el 54 por ciento de los votos en los comicios y controlará alrededor de 340 de los 450 escaños de la Duma de Estado --Cámara Baja del Parlamento--, según la Comisión Electoral Central. Para el Kremlin, se trata de un voto de confianza al propio Putin, que aún debe confirmar si se presenta a la reelección en 2018.
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