Cristina Fernández, la "compañera" presidenta

  • "Ser presidente es el honor más grande que puede tener un argentino". Con estas palabras asumió el poder en 2007 Cristina Fernández. No imaginaba entonces que cuatro años después volvería a tomar el bastón de mando convertida en la primera mujer americana en repetir mandato por elección popular.

Mar Marín

Buenos Aires, 5 dic.- "Ser presidente es el honor más grande que puede tener un argentino". Con estas palabras asumió el poder en 2007 Cristina Fernández. No imaginaba entonces que cuatro años después volvería a tomar el bastón de mando convertida en la primera mujer americana en repetir mandato por elección popular.

Con una larga trayectoria política, esta abogada de 58 años, de carácter fuerte y decidido, que presume de muchos años de militancia peronista, estrenará el próximo sábado una nueva legislatura tras una gestión marcada por un crecimiento sostenido, con dosis de populismo y más de un guiño a banqueros y empresarios.

Su ceremonia de asunción será muy distinta a la que hace cuatro años protagonizó junto a su esposo y antecesor, Néstor Kirchner, fallecido en octubre de 2010.

Desde entonces, Cristina Elizabet Fernández ha sabido quitarse el sambenito de "esposa de" para consolidar su liderazgo, ejercer la soledad del poder con estilo propio y anular, casi literalmente, a la oposición.

Con una arrolladora victoria en las elecciones del pasado octubre, más del 54 por ciento de los votos, CFK, como se la conoce en Argentina, ha batido varios récords: no sólo es la primera presidenta argentina elegida en las urnas sino la primera mujer americana que asume un segundo mandato presidencial.

Además liderará el periodo peronista más largo en el poder, superando incluso a Juan Domingo Perón, dado que para las próximas elecciones, en 2015, habrán transcurrido doce años desde el triunfo de Néstor Kirchner, en 2003.

Muchos dudaban de su futuro político tras la muerte de su esposo, pero la presidenta definió su estrategia y se rodeó de un reducido grupo de fieles colaboradores que, paradójicamente, son en su mayoría jóvenes tecnócratas sin relación con la vieja escuela peronista.

La muerte de Kirchner, su "compañero de vida y de militancia", en sus propias palabras, dio origen al "cristinismo", como se ha dado en llamar la adaptación del llamado "modelo K" al estilo de la presidenta.

De riguroso luto, Cristina se ha preocupado más, si cabe, su imagen pública desde que enviudó.

"Siempre tuvo mucha predisposición al cuidado de su imagen, a una coquetería casi exacerbada, poco vista en mujeres hoy en día, todo eso combinado con una autoexigencia intelectual que siempre llamaba la atención", apunta la periodista Sandra Russo, autora de la biografía autorizada "La presidenta".

Sigue "pintándose como una puerta", como alguna vez ella misma ha comentado, y cuida en extremo indumentaria y complementos -sobre todo cinturones, zapatos y bolsos-, pero ha hecho importantes transformaciones de fondo y ha cambiado el tono de confrontación habitual en Néstor Kirchner por un mensaje conciliador que la ha ayudado a vencer resistencias.

"Yo estoy acostumbrada a situaciones de extrema presión y a no perder la calma. Tengo muy alto el umbral de la presión psíquica y muy bajo el umbral del dolor físico. Y ahora, con lo de Néstor, mucho más (...) Ahora tengo que hacerlo yo sola, pero las cosas me afectan menos, todo se relativiza, se adquiere otra dimensión", reconoce la presidenta en el libro de Russo.

"Sola no puedo", ha repetido en sus intervenciones públicas en los últimos meses, apelando al corazón de los electores y mostrando una imagen más cercana, incluso frágil, que disparó su índices de popularidad.

No en vano, como comentó recientemente el popular productor argentino Adrián Suar, Cristina es "histriónica" y tiene una notable "fibra dramática".

Una "fibra" que acompaña de impecables puestas en escena, con intervenciones memorizadas, sin un solo papel, en las que, además de evocar la figura de Kirchner -"con el dolor de una mujer pero la comprensión de una militante política", dijo recientemente en un acto público- y defender el "modelo K", no duda en ajustar las cuentas pendientes con empresarios, sindicalistas y oposición.

Con mano firme, ha retirado del camino a colaboradores molestos y ha apartado prudentemente de la primera línea a personajes cercanos pero polémicos.

Sus enemigos políticos han sido anulados, como el vicepresidente Julio Cobos, quien llegó a coquetear con la idea de sustituirla tras enfrentarse al Gobierno en el conflicto con el campo en 2008 y que ahora busca una ocupación para su retiro.

Sus detractores admiten que es difícil que hubiera llegado a la Presidencia sin Kirchner pero ha logrado afianzarse en el poder gracias a su carácter y a su experiencia política, que comenzó a finales de los '80 y que la llevó al Senado en 1995, como representante de la provincia de Santa Cruz.

Nacida en La Plata (provincia de Buenos Aires), Cristina conoció a Néstor en la universidad y, tras seis meses de noviazgo, se casó con él en 1975, cuando ambos coqueteaban con la militancia en las Juventudes Peronistas.

Tras el golpe de Estado que inauguró la dictadura militar, en 1976, la pareja se afincó en Río Gallegos, ciudad natal del expresidente y donde reposan sus restos.

También en Río Gallegos nacieron sus hijos: Máximo, de 34 años, y Florencia, de 21, la "niña mimada" de Néstor, hoy asidua acompañante de la presidenta en sus viajes oficiales.

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