La estrategia del nuevo PSOE: abrazo del oso con Podemos, sobrevivir y centrarse

  • Está claro que Sánchez quiere recuperar el voto perdido/huido a Podemos, y lo quiere hacer mimetizándose con la izquierda más extrema. Difícil tarea.

    Sánchez y su equipo tienen la idea de que congeniando con Podemos podrán repescar a sus votantes, y que luego, los moderados de izquierda buscarán el voto útil en el PSOE.

Sánchez se reunirá con Urkullu y Ortuzar el próximo 20 de julio en Vitoria, acompañado por Mendia
Sánchez se reunirá con Urkullu y Ortuzar el próximo 20 de julio en Vitoria, acompañado por Mendia
EUROPA PRESS
José Luis Roig

Existe la teoría social convertida en tópico de que segundas partes nunca fueron buenas. Estamos en la 2ª parte del pedrosanchismo y, aunque su triunfo en las primarias fue contundente, su remontada electoral no parece que vaya a ser tan triunfal. Con sus declaraciones y actitudes Pedro Sánchez está dejando claro que quiere darle una vuelta de tuerca a su ideología de izquierdas dentro de su “nuevo” PSOE.

No lo va a tener nada fácil. No sólo porque va a recibir las críticas constantes de la derecha, que le va a acusar de radicalidad y extremismo, y de varios sectores de su propio partido, sino porque en ese hemisferio ideológico al que quiere virar Sánchez ya existe el dique de Podemos, con el que va a colisionar tarde o temprano, aunque ahora parezca que lo que más desea el líder socialista es congeniar con el partido de Pablo Iglesias.

Desde que se puso en marcha el “nuevo” PSOE, no hemos visto nada que haga pensar que Pedro Sánchez tiene un claro proyecto para su partido. Bandazos, cambios de estrategia –sobre todo con el CETA-, nuevas teorías como el Estado “plurinacional” que nadie entiende ni comprende, y la repentina hermandad con Iglesias Turrión, que el próximo martes veremos cómo queda tras su reunión.

Está claro que Sánchez quiere recuperar el voto perdido/huido a Podemos, y lo quiere hacer mimetizándose con la izquierda más extrema. Difícil tarea. Demostrar que el PSOE es tan radical como Podemos parece una misión, sino imposible, sí arriesgada. Si los simpatizantes socialistas y el electorado en general ven que el PSOE es una copia de Podemos, ni que decir tiene que los votantes preferirán el original.

Sánchez y su equipo tienen la idea de que congeniando con Podemos podrán repescar a sus votantes, y que luego, a la hora de las elecciones, los moderados de izquierda buscarán el voto útil en el PSOE, y que de este doble modo obtendrán un buen resultado. Este cuento de la lechera socialista tiene muchas incógnitas. El aparato de comunicación –portavoces y demás voceros- de momento sólo da la sensación de que el partido va sin brújula y, lo que es peor, no tienen un norte claro.

Desde que las prerrogativas esenciales de la socialdemocracia –como el estado de bienestar- han dejado de ser el patrimonio principal de los partidos socialistas, para pasar a ser asumidas por todos los partidos políticos demócratas, incluido el PP, el socialismo internacional ha entrado en sus horas más bajas. No sólo en España, sino en la mayoría de países europeos. Ante esta realidad, el PSOE tiene la obligación de encontrar nuevos contenidos para seducir al electorado desencantado de un socialismo vacío. Necesitan renovar un pacto con los sectores progresistas de las clases medias y obreras con la pretensión de recuperar una sociedad con menos desigualdades.

De momento, pretende lograrlo escorándose a la izquierda. Pero ese espacio está ya muy “secuestrado” por otras siglas, y vender algo nuevo en paralelo con Unidos Podemos no es fácil. En el PSOE creen que les basta con ser la alternativa de izquierdas al PP, y que con ello ya casi todo está resuelto.

Sin embargo, Sánchez se olvida de que esa España de izquierdas que le puede devolver la gobernabilidad exige que un partido tenga una visión de Estado menos cambiante y ambigua, por ejemplo en la cuestión de la unidad nacional, y que no se muestre tan radical en sus postulados políticos. En definitiva, este mayor giro a la izquierda se aplaude mucho en Podemos, pero desconcierta a muchos socialistas. Incluso algunos aseguran a ver visto a Pablo Iglesias afilando sus garras para darle el abrazo del oso a Pedro Sánchez, una muestra de afecto que encierra una trampa.

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