La seguridad social tiene “especial preocupación” en prevenir que los problemas familiares repercutan en el trabajo


El secretario de Estado de la Seguridad Social, Tomás Burgos, subrayó hoy la necesidad de impulsar la “cultura preventiva” no sólo para evitar accidentes de trabajo, sino para crear “ambientes laboralmente sanos y optimistas”, en los que los conflictos personales y familiares no “menoscaben” la salud y labor profesional de los trabajadores.
Burgos hizo estas declaraciones en la inauguración del seminario ‘Resolución de los conflictos personales desde el ámbito laboral’, una iniciativa de la Fundación Filia que se desarrollará en diez sesiones hasta el próximo mes de diciembre con el objetivo de buscar herramientas para ayudar a los empleados a prevenir problemas de salud derivados de sus circunstancias personales.
El secretario de Estado reconoció que esa necesidad responde a que ha cambiado el concepto de salud y bienestar en la empresa hacia uno “más amplio”, por la “gran cantidad” de factores de riesgo que intervienen en la actualidad. A los “riesgos clásicos”, como la hipertensión, el estrés, el tabaquismo, el sobrepeso y el sedentarismo, hay que añadir muchos otros factores y “un entramado de circunstancias desde lo afectivo y emocional” muy relacionadas con los “riesgos emergentes” que alteran la salud y no tienen su origen en un accidente ni una enfermedad profesional o común, sino por cuestiones psicológicas.
Ante este panorama, Burgos dijo que la Seguridad Social tiene una “especial preocupación” porque “las técnicas tradicionales de prevención son insuficientes para luchar contra estos riesgos”. “Estamos en un terreno muy difuso. La Seguridad Social tiene que estar muy atenta a la aparición de estos fenómenos”, agregó.
En el acto, celebrado en la sede del Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo (INSHT), también participó la directora de este organismo, María Dolores Limón, quien recordó que en la UE entre el 50 y el 60% de la pérdida de jornadas laborales se debe a riesgos psicosociales, siendo una de las causas que más afecta a trabajadores de la UE.
Durante su intervención, la presidenta de la Fundación Filia de Amparo al Menor, Lucía del Prado, subrayó que el trabajo de la entidad trata de conciliar “una preocupación social con una necesidad laboral” y que su misión es “concienciar apoyando, educando y ayudando a adultos que van a influir en todos sus ámbitos del niño”. En esa misión es “urgente”, dijo, “conciliar salud emocional y salud laboral”, para prevenir que los menores no vivan situaciones que desencadenen conflictos cuando accedan al mercado laboral.
En la presentación también participó el director de Comunicación, Responsabilidad Social Corporativa y Relaciones Institucionales de ILUNION y Fundación ONCE, Fernando Riaño, quien advirtió de que “vivimos un cambio de época”, a lo que la ONCE, por propia experiencia histórica, puede aportar mucho. “Los menores con discapacidad son los más vulnerables, un sector que carece de voz, para los que está el trabajo de Filia y la ONCE”, agregó.
Riaño también recordó que en el último año la ONCE ha creado más de 9.000 empleos para personas con discapacidad. “Muchos de esos nuevos trabajadores fueron menores que vivieron un contexto de dificultades y adversidad”, destacó.
El presidente de la Asociación de Mutuas de Accidentes de Trabajo (Amat), Mariano de Diego, valoró el compromiso de las mutuas en los conflictos laborales, también en lo que respecta a su salud. “Dentro del compromiso social de las mutuas está impulsar iniciativas para ayudar a cuidar de la salud de los trabajadores, por el valor que suponen para ellos mismos, para las empresas y para la sociedad”, explicó.
Por ello, animó a trabajar para incorporar “criterios preventivos de la salud psicosocial más allá de la órbita de la responsabilidad propia de la empresa” y fomentar “planes de ayuda a los trabajadores que se encuentren en situaciones de especial conflictividad emocional”.

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