APRENDER MÚSICA MEJORA EL LENGUAJE, LA COORDINACIÓN Y LA MEMORIA EN LOS NIÑOS

La educación musical mejora el dominio del lenguaje, la coordinación motora y otras habilidades como la atención, la concentración y la memoria, según el director de la Escuela de Música de Brains International Schools, Mauricio Voto.
Como ejemplo citó un artículo publicado en 'Journal of Neuroscience' sobre cómo el aprendizaje musical mejoraba las capacidades cognitivas de niños de corta edad en riesgo de exclusión.
Según sus resultados, aquellos alumnos que habían recibido dos años de formación musical tenían respuestas cerebrales más sofisticadas y un lenguaje más desarrollado que los que no habían cursado dichos estudios.
Otro trabajo de la Universidad de Northwestern demostró los beneficios neurológicos de la música en niños y jóvenes, así como la importancia de la participación en clase para aprender mejor.
Por tanto, Voto lamentó que “la educación musical en España siga siendo una asignatura pendiente”, pues, a su juicio, la música “estimula áreas del cerebro que difícilmente se pueden estimlar de otra manera”.
En su opinión, aquellas personas con formación musical tienen unas capacidades de concentración y atención a los detalles superiores a la media, así como una mayor voluntad para ser constantes y seguir una disciplina en su día a día.
MEMORIA Y CREATIVIDAD
También incrementa la memoria y la creatividad, apuntó, pues al estudiar un instrumento, se ponen en juego la memoria visual, la memoria muscular o gestual y la memoria auditiva, que interactúan en un complejo proceso intelectual.
Este entrenamiento cotidiano contribuye a ampliar la capacidad memorística aplicada a otros aspectos de la vida, “permitiendo fijar los recuerdos, recientes o antiguos”.
Además, prosiguió, el estudio y escucha de la música potencian la creatividad y la agilidad mental y facilitan la solución de problemas de forma imaginativa.
Voto apuntó también que escuchar música de forma guiada incrementa las habilidades motoras y rítmicas de los más pequeños, y que “la mejora es aún mayor cuando aprenden a tocar un instrumento”. Con sus rutinas y ejercicios, la práctica diaria de un instrumento ayuda a “interiorizar y desarrollar una capacidad de coordinación que difícilmente se puede desarrollar de otra manera”, agregó.
Por último, apeló a numerosos estudios para señalar que la música contribuye a aumentar la autoestima, reducir el estrés y mejorar las relaciones sociales.
A su juicio, este aprendizaje “no se debe encasillar sólo en la música que normalmente denominamos clásica, pues la música popular contemporánea está llena de joyas de gran riqueza melódica, armónica y rítmica”.
“Debemos aprovechar esta posibilidad, que resulta por lo general muy cercana al interés de los alumnos, a la vez que seducirles y motivarles para abordar las obras de los clásicos, poseedores desde luego de un gran valor musical y pedagógico”, concluyó.

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