A propósito de Spotlight y lo que la autocensura puede hacernos caer

    • La película es sobre todo acerca del modo de investigar, los peros de la redacción, y la autocensura.
    • A todos las dos cintas, la de Hollywood y la de RomeReports nos ayudará a pensar y a reaccionar.
El equipo de producción y los actores de Spotlight celebrando el Oscar a la mejor película.
El equipo de producción y los actores de Spotlight celebrando el Oscar a la mejor película.

Spotlight se llevó el Oscar a Mejor película y Guión original en la edición 2016 de los premios de la Academia de Hollywood. Vi la película en la semana de su estreno con cierta preocupación por tratarse de un colega que ha colaborado conmigo en la estancia última que hice en UCLA y por su dirección periodística en la investigación de abusos sexuales en la diócesis de Boston.

Es Marti Baron colega cercano, creo que su amor a España (y al jamón), me facilitó las varias conversaciones que mantuvimos sobre la transición digital de los periódicos, es el protagonista de la cinta premiada. Baron es el actual director del Washington Post, entonces era el editor del Boston Globe, periódico que investigó los casos de pederastia por su visión de que ahí había temas a los que no apetecía "mirar".

Conocía su evolución y respeto a la veracidad en el trabajo y, aunque no soy lectora del Boston Globe–ni lo fui entonces- y mi juicio es sólo parcial, he visto con agrado su trabajo al frente del periódico de Massachusetts que les dio un Premio Pulitzer. La película es sobre todo acerca del modo de investigar, los peros de la redacción, la autocensura que se aplican los creyentes de entonces, la presión de los benefactores, en fin sí la implantación de la Iglesia en esa diócesis y, sobre todo, el procedimiento judicial con el necesario respeto a las víctimas.

En la película que recomiendo ver, hay sí dudas ciertas no sólo sobre la culpabilidad sobre los sacerdotes pederastas –muchos de esos en su momento apartados y suspendidos-, el director abusa de la condición de judío de Baron, que no cambia nada, también giros frívolos del tipo "yo ya no soy de esos" de los periodistas católicos del diario.

El silencio del Cardenal de Boston movió –eso no lo dice la cinta, y ciertamente esa investigación si fue un precipitado- al Vaticano a actuar rápidamente. No nos engañemos que también hay varias miradas a la inacción informativa de reporteros del diario que cuando vieron los primeros hechos, "miraron a otro lado" y eso motivó a la redacción de investigación – de la sección "Spotlight"- a trabajar a fondo la cuestión.

Un documental Manzanas podridas de Rome Reports, puso ya hace años el dedo en la llaga y el Papa Benedicto XVI los remedios. Sus productores superaron esa prueba y ejerciendo el derecho y deber de investigar señalaron esas insoportables heridas.

La película señala un hecho que no ha sido aislado, pero tampoco generalizado –ni mucho menos- entre sacerdotes. Hay datos concretos de cómo los abusos en la familia (Save the Children o Unicef lo han denunciado) es igualmente lacerante.

La carta del papa Benedicto a los Obispos de Irlanda (2010) es aún más dura de leer, porque es verdad, y lo ocurrido hiere el corazón de Dios, del Dios del que está enamorado y cuya ausencia es para el "papa Ratzinger" la causa de nuestros males morales. El documental está disponible en alquiler o a la venta en Vimeo.

A todos las dos cintas, la de Hollywood y la de RomeReports nos ayudará a pensar y a reaccionar.

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