Aburrimiento a raudales en Las Ventas en el primer festejo tras San Isidro

  • Seis silencios sepulcrales en el ruedo y mucho aburrimiento en el tendido fue el paupérrimo balance de la novillada con la que se retomaba hoy la actividad taurina en la plaza de Las Ventas tras la Feria de San Isidro.

Javier López

Madrid, 15 jun.- Seis silencios sepulcrales en el ruedo y mucho aburrimiento en el tendido fue el paupérrimo balance de la novillada con la que se retomaba hoy la actividad taurina en la plaza de Las Ventas tras la Feria de San Isidro.

FICHA DEL FESTEJO.- Novillos de Guadajira, hierro que tomaba antigüedad en Las Ventas, bien presentados, nobles en conjunto pero sin raza y, en consecuencia, poca transmisión. El que más duró, el tercero, aún sin decir gran cosa.

Miguel de Pablo: estocada perpendicular y trasera, y tres descabellos (silencio); y dos pinchazos, y casi entera atravesada y caída que escupe (silencio tras aviso).

Miguel Ángel Moreno: pinchazo y casi entera delantera y atravesada (silencio); y pinchazo, estocada ligeramente tendida y tres descabellos (silencio tras aviso).

Diego Fernández: estocada caída y perpendicular, y siete descabellos (silencio tras aviso); y estocada caída (silencio).

En cuadrillas, templada y eficaz de brega al segundo de Antonio López "El Charra", que clavó dos buenos pares de banderillas al quinto.

La plaza tuvo un quinto de entrada en tarde espléndida.

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VUELTA A LA CRUDEZA VERANIEGA

Primer festejo después de San Isidro, y vuelta a la cruda realidad. Arrancó el verano en Las Ventas y con él, como suele ser habitual, volvió el aburrimiento al tendido y la desesperanza al ruedo, con un envío insulso de la divisa debutante de Guadajira, que truncó con las esperanzas de tres espadas, cuyas oportunidades y contratos se pueden contabilizar con los dedos de una mano.

Al final, esa mochila repleta de sueños que traían a la plaza que debía ser salvoconducto y lanzadera para ellos quedó hecha un guiñapo a causa de la consabida crudeza veraniega del primer coso taurino del mundo.

Miguel de Pablo poco pudo hacer con su primero, novillo noble y manso, que apenas duró tres arrancadas en la muleta antes de desfondarse. El espada colmenareño puso voluntad en su quehacer, mas fue imposible argumentar faena ante un enemigo tan remiso.

Al cuarto lo saludó con arrebatadas verónicas, abrochadas con una media de rodillas, jaleadas y aplaudidas desde el tendido. Pero en el último tercio se impuso la falta de clase del novillo, que embistió a regañadientes y con la cara natural en la muleta de un De Pablo al que también le faltó ajuste y algo más de seguridad.

El noblote primero de Miguel Ángel Moreno, además de poca raza, tuvo también escasa fortaleza, lo que no fue impedimento para que mostrara un ligero esbozo de toreo pausado, aunque su labor no trascendiera por lo poco que aportó el astado.

Hubo mejor acople por el derecho, pitón por donde el novillo mostró algo más de recorrido, ya que por el izquierdo se negó a pasar. A pesar de la frialdad del tendido y de lo poco rodado que se le vio, Moreno se gustó al ensayar adornos, remates y desplantes de todo tipo, luciendo ganas de agradar.

En el quinto, que llevó una lidia desastrosa, se confirmó el verdor de Moreno, atenazado y sin poder resolver ante un novillo que se defendió mucho hasta que se "rajó".

Diego Fernández ensayó una vez más en Las Ventas el buen concepto que lleva dentro, además de evidenciar que anda más puesto que sus compañeros de cartel. Su primero, noble y soso, sin embargo, duró más que sus hermanos. El palentino diseñó una labor con momentos de cierto sabor en el toreo a derechas, con muletazos de notable expresión.

No obstante, fueron pasajes aislados y sin continuidad, como las medias embestidas del utrero, que, a pesar de no "romper" nunca hacia adelante, fue despedido con aplausos en el arrastre, mientras que Fernández acabó silenciado al atascarse con el verduguillo.

Cerró plaza un animal de rebrincada movilidad con el que Fernández volvió a dejar "cositas" sueltas dentro de una labor anodina, y en la que molestó también el viento que, en ese momento, se hizo también presente para ahondar aún más en la desesperación de la tarde.

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