Álvaro Enrigue, un incondicional del "reaccionario y asesino" que fue Quevedo

  • El escritor mexicano Álvaro Enrigue declaró hoy que el prolífico poeta español Francisco de Quevedo (1580-1645) siempre ha sido su "héroe intelectual", a pesar de que era "todo un reaccionario y un asesino".

Alberto Cabezas

Guadalajara (México), 1 dic.- El escritor mexicano Álvaro Enrigue declaró hoy que el prolífico poeta español Francisco de Quevedo (1580-1645) siempre ha sido su "héroe intelectual", a pesar de que era "todo un reaccionario y un asesino".

"Quevedo tarde o temprano siempre aparece explícita o implícitamente en todos mis libros. Indudablemente es el escritor al que más he leído en mi vida", dijo Enrigue en entrevista con Efe.

Su última obra, "Muerte súbita", publicada en Anagrama, acaba de ganar el XXXI Premio Herralde de Novela, y precisamente en ella aparece Quevedo convertido en un singular personaje.

La novela sucede en un solo día, el 4 de octubre de 1599, a mediodía, cuando se encuentran en las canchas de tenis públicas de plaza Navona, en Roma, el pintor tenebrista por excelencia, Caravaggio, y el propio Quevedo, a quien admira.

"Es no solo un poeta sino un escritor al que mi cerebro recurre constantemente. Tenía la facultad de escribir con un ritmo que se incrusta en la corteza cerebral", explica Enrigue.

El mexicano alaba las descripciones de personajes de El Buscón, que "siguen siendo invencibles", así como el "retrato formidable de la España de su tiempo", fines del siglo XVI y comienzos del XVII, que dejó plasmado en sus textos.

Enrigue recuerda que de los problemas mundanos en que se metía continuamente Quevedo siempre le sacaba el duque de Osuna, su "colega, compadre, amigo y jefe", quien como el personaje aparece en la última novela de Enrigue.

Su editor, Jorge Herralde, considera que el libro es el "más difícil" de los escritos por Enrigue, autor también de "Vidas perpendiculares" (2008) y "Decencia" (2011).

Alvaro Enrigue reconoce que en la obra trató de saltarse los cánones de la novela, algo que es propio de los escritores contemporáneos en América Latina.

"Me parece que la novelística latinoamericana reciente es una que desconfía mucho del género de la novela, que no está nada interesada en la ficción decimonónica y demás, y en ese sentido esta es una novela escrita en el mero borde del género", agrega.

Su intención con el libro fue explorar "más que nunca" las posibilidades de la novela como un juego, ver hasta dónde se puede "estirar el género, escribir afuera de la raya y no adentro".

Enrigue está satisfecho con una obra estructurada como un partido de tenis, que está referida a "un momento en el que la humanidad dio un salto definitivo hacia la modernidad" y "se dividió otra vez entre buenos y malos".

Para el autor mexicano, que trabajó durante años becado por la Biblioteca Pública de Nueva York en la confección de la novela, fue además "un momento crítico" en el que "las palabras dejaron de significar lo que significaban".

Con este premio, Enrigue se convirtió en el cuarto escritor mexicano en ganar el Premio Herralde después de Sergio Pitol, Juan Villoro, y Daniel Sada.

Otros libros de este autor son "La muerte de un instalador", que le valió el Premio de Primera Novela Joaquín Mortiz en 1996, "Hipotermia" y el ensayo "Valiente clase media. Dinero, letras y cursilería".

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