Antonio López concibe a la ciudad como un autorretrato de todos

  • Segovia.- Antonio López García ha concebido hoy a la ciudad como "un autorretrato que hacemos entre todos" y ha confesado que la belleza de su obra sobre Madrid es porque extrae lo más hermoso de lo más sombrío, haciendo arte de su enemigo.

Antonio López concibe a la ciudad como un autorretrato de todos
Antonio López concibe a la ciudad como un autorretrato de todos

Segovia.- Antonio López García ha concebido hoy a la ciudad como "un autorretrato que hacemos entre todos" y ha confesado que la belleza de su obra sobre Madrid es porque extrae lo más hermoso de lo más sombrío, haciendo arte de su enemigo.

Esa pasión por la ciudad moderna, por el límite entre lo urbano y el campo, por el plano general o la contradicción entre la monstruosidad de Madrid y la belleza de su obra, han sido algunos detalles a los que ha descendido hoy en Segovia este artista nacido en Tomelloso (Ciudad Real) en 1936.

Delante de una diapositiva de su popular cuadro de la Gran Vía, ha explicado a los alumnos del campus segoviano de la Universidad de Valladolid: "Para que tenga emoción, represento a la ciudad como algo que es mi enemigo, me fascina cómo el hombre ha creado ese monstruo, no puedo apartarme de él".

Y con desparpajo añade anécdotas, como la contaminación ambiental que quedaba impregnada en su paleta de colores mientras pintaba o lo que le dijo un amanecer, antes de plantar el caballete ante la Gran Vía, su amigo el pintor Enrique Gran: "Esto es real como una enfermedad".

De esa realidad, Antonio López capta la belleza de lo sombrío, o como él lo llama "la belleza del purgatorio" de una gran ciudad a la que concibe como "una aberración", donde sale todo lo peor del hombre, pero también lo mejor, que es la técnica para que funcione, "es como una bomba atómica", matiza.

En su reflexión sobre el proceso de creación de la obra pictórica, junto a la profesora Eva Navarro y a la directora del Museo de Arte Contemporáneo "Esteban Vicente", Ana Martínez de Aguilar, Antonio López ha confesado su pasión por los sitios nuevos.

Después de explicar que le ha condicionado haber nacido en Tomelloso, "lugar nuevo y sin historia", una ciudad hecha por el hombre como necesidad de supervivencia, López ha dicho que le encantan los sitios sin historia, "porque si pesa más el pasado que el presente echo a correr".

El secreto para la mirada objetiva, no hiperrealista, de uno de los artistas más representativos de la pintura contemporánea española es que se relaciona peor con lo que no ha vivido, "lo puedo admirar pero lo veo como espectador, a mucha distancia", explica.

Antonio López ha intervenido en un encuentro entre la comunidad universitaria y la sociedad a través de la reflexión sobre la creación artística en el espacio urbano que, en su opinión,"ha estado menospreciado" por la pintura.

Ha avalado su tesis señalando que pintores como Velázquez, Goya o Zurbarán no prestaron atención al espacio colectivo y, hasta finales del siglo XIX, no aparece la ciudad como trabajo artístico en obras, como las de Aureliano de Beruete.

La justificación que encuentra es que los artistas trabajaban por encargo, no tenían libertad, y prestaban poca atención a la ciudad como escenario, se menospreciaba la vida cotidiana, frente a una mayor presencia de lo religioso y lo humano, de retratos y bodegones.

Aunque la tendencia a plasmar lo urbano era habitual en varios puntos de Europa o Estados Unidos, este miembro de la llamada "Escuela madrileña", junto a gran, Amalia Avia y Lucio Muñoz, entre otros, encontró el tema "virgen".

Incluso, cuando empezaba a pintar Madrid, en los años sesenta, recuerda que algunos próximos le decían que el paisaje urbano no tenía sentido, pero aclara: "Aquel tema tiraba de mi (...) Madrid no me gusta nada, pero es fascinante y el arte moderno está hecho desde la fascinación".

A preguntas de los estudiantes el también escultor ha revelado que cuando se le relaciona con el hiperrealismo nota que "no se sabe lo que se dice, aunque se trabaje mucho el detalle, no lo es, porque tiene el peso del tiempo, de la mirada".

Y para aclararlo aún más ha puesto un ejemplo citando a dos directores de cine: "No es lo mismo Buñuel que Tarantino".

Un Antonio López íntimo, que en broma ha mostrado el interior de su bolsa de bandolera al poeta Ramón Mayrata -tres bolígrafos Bic verdes, fotos antiguas de la familia y billetes de metro-, ha explicado que "el hombre es el ojo, pero es la mente, mi punto de partida es objetivo"

Por eso habla de pintura objetiva que la inicia sin proyecto previo, aunque sabe que no será abstracta ni cubista, pero conectado con el mundo real: "Lo básico para que surja la emoción de la manera más virginal posible".

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