Castilla y León despide al psiquiatra que puso cordura y abrió caminos al teatro

  • Valladolid.- Cientos de personas entre amigos, familiares y compañeros de las artes escénicas han despedido esta tarde en Valladolid al dramaturgo y director Fernando Urdiales, fallecido ayer y que muy pronto abandonó su profesión de psiquiatra para poner cordura y sentar las bases del teatro en Castilla y León.

Castilla y León despide al psiquiatra que puso cordura y abrió caminos al teatro
Castilla y León despide al psiquiatra que puso cordura y abrió caminos al teatro

Valladolid.- Cientos de personas entre amigos, familiares y compañeros de las artes escénicas han despedido esta tarde en Valladolid al dramaturgo y director Fernando Urdiales, fallecido ayer y que muy pronto abandonó su profesión de psiquiatra para poner cordura y sentar las bases del teatro en Castilla y León.

Los restos mortales de Urdiales (Valladolid, 1951) han sido incinerados en un tanatorio de esta capital después de algo más de una década de lucha en otro frente de batalla ajeno al teatro, el de una enfermedad renal que ayer acabó con su vida a los 59 años de edad, de los que más de cuarenta entregó generosamente a las tablas.

Rebelde, independiente, luchador y ejemplo para sucesivas generaciones de actores y directores son algunas de las reflexiones que hoy han vertido a Efe quienes conocieron de cerca y ahora se sienten huérfanos del magisterio de un dramaturgo que, entre otros logros, puso en contacto a las instituciones con el mundo escénico.

"Ha sido el referente durante los últimos treinta años", ha sostenido Rosa García Cano, directora de la Feria de Teatro de Castilla y León, además de un creador que supo acercar los autores clásicos al público actual "desde una lectura personal y contemporánea", en palabras de Raúl Gómez, responsable del Festival de Teatro Alternativo de Urones de Castroponce (Valladolid).

Nacido en 1951, Urdiales sofocó su vocación con su ingreso en el Teatro Español Universitario (TEU) en 1968 mientras cursaba estudios y se licenciaba en Medicina en su ciudad natal, cuya cárcel conoció varios meses por participar en revueltas y protestas antifranquistas cuando ya formaba parte del grupo Corral de Comedias.

De su rebeldía, "altura de miras y compromiso ético" se ha hecho eco Carlos Tapia (Azar Teatro), además de una tenacidad de la que ha dado cuenta su propia trayectoria, ya que "empezó de cero" y "a todos los que ahora nos dedicamos a esto nos mostró el camino por su rigor, seriedad y exigencia".

Fue "un apasionado del teatro, un filósofo" que con su propio ejemplo enseñó que "hay que luchar y no darse por vencido a pesar de las dificultades", ha analizado Pablo Rodríguez, director del Centro de Investigación Actoral Espacio Abierto, con sede en la ciudad de Valladolid y con la que colaboró el director ahora fallecido.

Entre 1975 y 1980, año éste en que decidió abandonar la psiquiatría para dedicarse de lleno a las artes escénicas, formó parte de los proyectos Teloncillo y Teatro Estable, y en 1981 fundó y dirigió hasta su muerte la compañía Teatro Corsario, que ha situado entre las principales de España dedicada al repertorio clásico.

Sus compañeros de grupo Luis Miguel García, Javier Semprún y Jesús Peña ha agradecido en nombre de Corsario el afecto de cuantos se han congregado en el tanatorio, entre ellos los actores Juan Antonio Quintana y Fernando Cayo.

Desde los autores griegos hasta el Siglo de Oro, Fernando Urdiales adaptó a los clásicos de una manera muy personal, con un lenguaje y estilo propios que allanó el camino del espectador, hasta hacerlos fácilmente comprensibles mediante montajes alejados de cualquier atisbo de antigüedad.

"Y en general llegaba bastante bien al público" porque en todas las obras ofreció un enfoque "muy personal y crítico a través de los personajes y situaciones que en sus obras originales plantearon Lope de Vega, Calderón de la Barca o quien fuera" el autor elegido, ha explicado el actor Juan Manuel Pérez (La Quimera de Plástico).

Con Teatro Corsario, Fernando Urdiales apostó por una línea experimental e innovadora que, sin descuidar la savia clásica, cristalizó en montajes como "Pasión" (1988), su particular visión del Evangelio a partir de la imaginería barroca castellana; "Clásicos locos" (1994), una selección de entremeses barrocos; y más recientemente "La barraca de Colón" (2005).

Su trayectoria ha sido distinguida, entre otros galardones, con el Premio Teatro Provincia de Valladolid (1992), el Premio Castilla y León de las Artes (2004) y el de la asociación de Directores de Escena (ADE) a la mejor adaptación (2005) por "La barraca de Colón".

Por Roberto Jiménez

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