Crítica sin spoilers de 'El Hobbit: La desolación de Smaug', el poder del dragón

    • 'El Hobbit: La desolación de Smaug' funciona mejor que la primera entrega, 'El Hobbit: Un viaje inesperado, porque ya tiene acción desde el principio.
    • Destaca el trabajo de Benedict Cumberbatch, que ha dado vida al mejor dragón que se ha visto en una sala de cine.
El despiadado dragón Smaug de 'El Hobbit 2'
El despiadado dragón Smaug de 'El Hobbit 2'
Christian Leal

'El Hobbit: La desolación de Smaug' es aquello que los aficionados al 'Señor de los anillos' esperábamos que fuera 'El Hobbit: Un viaje inesperado', una película de aventuras, llena de acción y con personajes que perduraran en nuestra memoria. Y aunque todavía sigue lejos de alcanzar las cotas de épica y espectacularidad de 'El señor de los anillos', ha dado un paso muy grande respecto a la primera entrega y lo más importante, tiene al mejor dragón que se ha visto en una sala de cine.

'La desolación de Smaug' funciona mejor que la primera entrega desde el principio debido a que la acción ya está iniciada y no tiene que buscar un motor que impulse la cinta, en el caso de 'Un viaje inesperado' la historia de Thorin y los enanos. Tampoco tiene la desventaja de tener que presentarnos a los personajes, algo que si recordamos en la primera entrega duraba casi una hora de película. Esto hizo que el ritmo narrativo fuera bastante lento y se tardara mucho en entrar en lo que es la historia que importaba.

En 'El Hobbit: La desolación de Smaug' la narración es mucho más rápida y precisa, aunque Peter Jackson sigue alargando e inflando la historia demasiado, incluso se toma la licencia de inventarse subtramas que no se localizan en el libro. Una historia de amor, una maldición o la separación de la compañía se convierten en momentos que Jackson ha querido introducir para darle más matices a la trama y no sólo anclarse a la historia principal. Entre estas licenciadas encontramos nuevos personajes y viejos conocidos como Légolas, que vuelve a estar interpretado por Orlando Bloom.

Los nuevos personajes que introduce Peter Jackson tienen siempre su momento, corto y conciso, para ubicarles dentro de la trama sin necesidad de alargar (más todavía) la historia. Entre los nuevos personajes destacan Tauriel, la elfa a la que da vida Evangeline Lilly y que ha sido introducida desde cero por el propio Jackson. El personaje de Lilly funciona bastante bien dentro de la película y tiene alguna de las escenas más espectaculares de la cinta. El otro personaje que se introduce y tiene cierto peso es Bardo, el arquero, al que da vida Luke Evans. Su personaje se ve relegado a un segundo plano para favorecer el protagonismo de otros, pero por una escena sabemos que Bardo tendrá mucho más peso en 'El Hobbit: Partida y regreso'.

Pero si 'El Hobbit: La desolación de Smaug' destaca por algo es por Smaug, el temible dragón que tiene en su poder el tesoro de los enanos. Smaug, al que ya pudimos ver tímidamente en 'Un viaje inesperado', se presenta con todas las credenciales en la película. El dragón está interpretado por Benedict Cumberbatch que presta sus movimientos y, sobre todo su voz, al dragón. Si Smaug es recordado será por su voz (en la versión original). Cumberbatch sigue demostrando que es un actor muy versátil, ya que no sólo es capaz de interpretar personajes de carne y hueso sino también a personajes que no son reales y que tiene una voz capaz de estremecer a cualquiera.

El clímax final se guarda uno de los mayores 'cliffhangers' de la historia del cine. Peter Jackson es sabedor de lo que tiene entre manos y no se va arriesgar a que la gente que no se ha leído el libro no asista a ver 'Partida y regreso'. Jackson es muy listo y con el final de 'El Hobbit: La desolación de Smaug' vuelve a demostrarlo. Habrá que esperar a ver 'El Hobbit: Partida y regreso' para valorar en su conjunto la trilogía, por ahora 'La desolación de Smaug' es el camino correcto para consolidar 'El Hobbit' dentro de las grandes películas de aventuras.

Mostrar comentarios